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Influencers: un premio

 

Las palabras aparecen y caen en desuso, se llenan y se vacían de significado, y una de las que ha experimentado ese proceso es la inglesa Influencer. Quizás se ha extendido con tanta facilidad por su similitud con el término español, influencia, y porque influyenteinfluencia se asociaban ya a otros campos, mientras que palabras como prescriptor, figura relevante u opinión autorizada resultaban más especializadas o fórmulas compuestas. 

Sea como sea, influencer se  asocia a la persona que ejerce un liderazgo, que marca o  descubre tendencias en un campo determinado, y que transmite gran parte de esa influencia en el terreno digital.

Cuando la revista Influencers, especializada en nuevas tendencias (su lema es Que el futuro no te deje atrás) y en detectar personajes influyentes, me comunicó que deseaba otorgarme su primer premio en la categoría de Cultura me sentí muy agradecida y con la sensación, que no siempre tengo, de que el trabajo de difusión y de creación de contenidos que llevo a cabo en mis redes sociales seguía dando sus frutos.

Los ganadores eran personas como Los Javis en Dirección de Cine, Patricia Conde y Javier Gutiérrez como actriz y actor, Agatha Ruiz de la Prada en la trayectoria empresarial y Nasrin Zhyyan Abdi y Massumeh en lujo, Gema Hassen Bey en superación personal, y Flash Moda en Televisión, entre otros. Y fue un orgullo encontrarme con ellos y entre ellos en esa I Gala.

En un momento determinado tomé la decisión de apostar por Instagram, mientras muchos de mis colegas escritores se centraban en Twitter: la primera me requeriría mucho más trabajo y esfuerzo, tal y como yo la concebía, pero también una visibilidad de imagen y de temas más eficaz. Exigía también un nivel estético mínimo y entender la filosofía de una red a menudo despreciada por generaciones mayores. La segunda, Twitter, siempre estaría ahí para recomendaciones.  literarias, artículos o titulares.

Por otro lado, decidí que el blog no se centraría en temas literarios. A esos ya le dedicaba muchas horas semanales, y constituían mi trabajo habitual. Otras facetas menos conocidas, las colaboraciones con marcas, los viajes, o propuestas diferentes alimentarían ese contenido. Nuevamente, me he encontrado con gente que no ha entendido mi decisión, y que consideran que una escritora debe centrarse en temas estrictamente literarios o de alta cultura, y con otras personas encantadas con mi trabajo. Lo cierto es que tanto mi Instagram como el blog han gozado de un enorme éxito y un gran seguimiento, me han proporcionado nuevos lectores y oportunidades de trabajo, una cercanía mucho mayor a un público entregado e involucrado, y numerosos reconocimientos.  

El lenguaje, la extensión y la elección de los temas que se destinan a las distintas redes varía: y no tienen mucho que ver con la manera en la que se escribe en medios convencionales, y mucho menos en novelas o ensayos. El vínculo que se crea con el seguidor en medios digitales poco tiene que ver con el creado con el lector tradicional, de la misma manera en la que una conferencia no refleja la labor escrita de un autor. Resulta importante que el escritor comprenda eso, y que sea consciente de que será leído, apreciado o juzgado con severidad por quienes esperen un único registro o una única visión.

Por mi parte, me siento cómoda con los distintos grados de profundidad  y de difusión y con las visiones poliédricas. Mis obsesiones literarias y personales no han variado, pero tratarlas de manera diferente según el medio al que se destine oscila entre el reto y el juego. Tampoco mi nivel de exigencia, ni el deseo de compartir mi universo particular, ni la aspiración a la excelencia. Crear un contenido para medios digitales, trabajar de manera estrecha con márketing o diseñar una estrategia de producto  se ha convertido en algo familiar para mí, tanto como la pedagogía de la creación literaria, la teoría comparada o la creación de un programa para cursos universitarios. Y agradezco de todo corazón a quienes hacen que eso sea posible y valoran y premian lo que nadie puede negar: mi pasión por mi trabajo.

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Para la I Gala de los Influencers Awards escogí un precioso vestido de tul negro de múltiples capas, bordado con cristales Swarovski, de Hannibal Laguna. Pertenece a la colección de primavera 2018 de Hannibalisimo, es muy ligero y largo hasta el tobillo. Los zapatos eran unos Lodi personalizados en dorado y cobre. Las fotos las tomó Nika Jiménez en el Museo Cerralbo, una joya relativamente desconocida en Madrid, y un museo fascinante en un palacete del siglo XIX, pensado desde su origen para exhibir los tesoros que su dueño coleccionaba. Un auténtico influencer de su tiempo.