Entradas

Leyendas en Haworth

La leyenda de las Brontë, la leyenda de las tres muchachas que se criaron en Haworth y publicaron varias novelas inolvidables, ha perdurado doscientos años y continúa con una magnífica salud. La casa de la Rectoría donde las hermanas se criaron conserva muchos objetos que usaron o crearon y sobre todo permite que entendamos mejor en qué entorno, bajo qué cielo urdieron sus historias. Mejor, pero no del todo.

Haworth y los páramos se asocian sobre todo a Emily y a sus Cumbres Borrascosas. En parte por las descripciones (emocionales y del paisaje) de la novela, y en parte porque muchas de las películas y series se han rodado en la comarca, este lugar árido de brezo y maleza azotado por el viento, árboles solitarios y lindes de piedra. El silencio, la breve vida de Emily y la construcción posterior de su personaje han contribuido a la costumbre de leer la novela como un código oculto de su vida y de sus pasiones. 

Uno de los temas de conversación frecuentes en el viaje EPV Brontë que organizo con B the Travel Brand y El País Viajes es precisamente el de Emily y su extraordinaria capacidad para plasmar el carácter humano con sus contradicciones y su oscuridad. Hablamos de cómo su experiencia personal se redujo a unos pocos años y a poca gente: Emily, además de en la Rectoría, vivió en una escuela y como institutriz, estudió (muy poco tiempo) en Bélgica con su hermana Charlotte, y regresó a Haworth para hacerse cargo, como ama de casa, de su padre y del manejo del hogar. 

Mientras tomamos el tren de vapor que nos lleva a Haworth, con su carbonilla y su peculiar traqueteo hablamos de cómo fue Elizabeth Gaskell, amiga y biógrafa de Charlotte, quien influyó de manera decisiva en la percepción que tenemos de Emily como alguien incomprensible, cambiante, casi hostil. Un genio que brotara de la nada, muy acorde con la imagen que Charlotte deseaba dar de cada una de sus hermanas y de sí misma. Tampoco debemos olvidar que la época esperaba virtudes y defectos muy concretos de los escritores y de las mujeres, y no digamos ya de las mujeres escritoras.

EspidoBronte1

EspidoBronte15

EspidoBronte12

EspidoBronte11

EspidoBronte10

Haworth era un lugar aislado, con una enorme mortandad, sobre todo infantil, en la época en la que Emily vivió. Ellas, separadas del resto de los habitantes no solo de una manera física sino por la rigida estructura social de la época, no vivían, de todas maneras, tan aisladas como podría parecer. Las bibliotecas portátiles, el constante intercambio de cartas, los estudios fuera de casa e incluso fuera de Inglaterra les permitieron un conocimiento de su realidad mucho más extenso que la de la mayoría. Emily, por ejemplo, seguía con enorme interés las noticias sobre la reina Victoria, que había nacido el mismo año que ella. La ambición de Charlotte, el auténtico motor para que las hermanas publicaran, no nació de la nada. Su padre había protagonizado una historia personal de superación, y las chicas eran conscientes de su propia inteligencia y de su valía. 

En los poemas y la novela de Emily hay mucho más que la fantasía de una muchacha solitaria: late el talento de un genio que observaba y procesaba lo que le rodeaba, las lecturas de clásicos y de autores de la época, una creatividad y una voz propia originalísima y una delicada decantación del paisaje. Algunas de esas cualidades se entienden mejor allí, en los caminos que ella recorría, pero incluso bajo esos cielos, entre esas callejas, en mitad de los páramos, podemos constatar que hay algo más; era una narradora extraordinaria, y nada tangible explica su historia interior. 

EspidoBronte9

EspidoBronte8

EspidoBronte7

EspidoBronte5

Es una tentación escarbar en la biografía de Emily. ¿De verdad nunca vivió un apasionante amor como el que describe Cumbres Borrascosas? ¿Puede ser posible que todo naciera de la fabulación? ¿No hay un atajo que nos permita entender el mecanismo de la creación, no hay nada que podamos imitar, ni una realidad paralela en la que adentrarnos para que el encanto de esa novela continúe? Lo cierto es que no hay ninguna teoría sólida que sustente un secreto en la vida de Emily. El encanto de su literatura y el aura de su vida permanecen; el resto solo pasa a engrosar su leyenda. 

EspidoBronte3

EspidoBronte2

El abrigo gris de borreguito es de Mango. Las botas de agua me las compré de emergencia en una tienda de York, mientras me caía encima toda la furia del cielo en otoño. El vestido gris con estampado Príncipe de Gales es de Compañía Fantástica. El medallón de plata y azabache tiene muchos años, y lo encontré en Estambul, cuando estaba allí con la gira del Premio Planeta. Las fotos las tomó Nika Jiménez en los alrededores de Haworth

La extravagancia del rojo

Los sueños siempre tienen algo de extravagancia. La infancia, que es el espacio en el que se originan la mayoría de ellos, también ofrece ese momento de juego y de posibilidades, de desear que lo de arriba esté abajo y lo de abajo arriba, y que no exista nada serio, que la ropa sea una mezcla de prendas mágicas y de disfraz.
No sabía qué me esperaba en el evento de Hats and Horses en Menorca, salvo que si lo organizaba Ari Vilalta me lo pasaría bien. No imaginaba que tendría ese ligero sabor británico, algo que por otra parte podría haberme supuesto, si mezclábamos caballos y sombreros.
El programa Flash Moda, de RTVE, que ayer cubría en su programa este evento, me preguntaba qué encontraba de especial en este tipo de celebraciones. Mi respuesta es la misma que daba en el primer párrafo: que me permiten convertirme en otra persona, jugar en otro ambientes, vestirme como no suelo hacerlo. En un país en el que todo nos define (las marcas que usamos, nuestra ciudad de nacimiento, nuestros estudios), un país con un eterno miedo al ridículo y al qué dirán, a mí me permiten escaparme a un terreno imaginario en el que puedo tomar el té vestida de rojo con un caballo que habla y que tiene que dejarme porque corre en unos minutos su carrera. Y entonces las plumas de mi sombrero me advierten de que ya he echado azúcar al té, y el pez de mi collar me riñe y me dice que más me vale estar más atenta, que la vida se escapa a toda prisa y no voy a ser una niña para siempre.
 
EspidoHatsHorsesMenorca9
 
EspidoHatsHorsesMenorca12
 
EspidoHatsHorsesMenorca3
 
EspidoHatsHorsesMenorca6
 
EspidoHatsHorsesMenorca8
 
EspidoHatsHorsesMenorca10
 
EspidoHatsHorsesMenorca5
 
EspidoHatsHorsesMenorca7
 
EspidoHatsHorsesMenorca14
aaaa
EspidoHatsHorsesMenorca2
 
EspidoHatsHorsesMenorca1
 
EspidoHatsHorsesMenorca13
 
El precioso vestido rojo que inspira este texto es de Wild Pony, y su fruncido y tejido ligero lo convierten en perfecto para un día un poco especial, o para convertirlo solo con lucirlo. Las sandalias metalizadas son de Mango.
El clutch lo compré en Nueva Delhi, en un viaje, y el collar de vidrio balear lleva también muchos años conmigo. El sombrero que luzcoo más correctamente, la pamela, de rafia y plumas negras, lleva la firma de Eflamencas, y la peluquería y la belleza ese día fueron responsabilidad de Tacha Beauty . Las fotos las tomó Nika Jiménez en el Hipódromo de Menorca.

Yo misma compraré las flores

«La señora Dalloway dijo que ella misma compraría las flores». Así comienza una de las novelas más conocidas de Virginia Woolf, popularizada después por la película Las Horas. La señora Dalloway será la anfitriona de una fiesta esa noche, y el hecho de salir ella misma a comprar la flores es una triple declaración de intenciones: tras una grave enfermedad se encuentra con suficientes fuerzas como para asomarse sola a la calle. Como pedía la época, es una ama de casa minuciosa y preocupada, pendiente de los detalles que delatarían su posición económica y su lugar en la sociedad. Y, por último, es un ser consagrado a lo accesorio, a lo inútil: no puede rebajarse a nada físico (para eso está el servicio), sino a la belleza, al último retoque.

 Esa novela casi ha cumplido un siglo (se publicó en 1925) y durante esos 93 años la percepción de las mujeres respecto a su tiempo libre y sus obligaciones han variado enormemente; sin embargo, la sensación de alegría cuando se logra algo de tiempo robado para una misma continúa siendo la que ese primer párrafo describe; la conciencia por un instante de la vida en su complejidad e intensidad, la capacidad para contemplar los detalles que la prisa ha arrebatado. El lujo del tiempo libre aplicado, como una capa de oro, sobre la realidad cotidiana. Incluso para las mujeres acomodadas, a las que su dinero o el de su familia coloca en la obligación de ser elementos decorativos, el disponer del tiempo a su capricho no resulta fácil. La libertad para perderlo continúa siendo un privilegio en una sociedad obsesionada con la productividad y que no tolera bien que las mujeres puedan divertirse solas, o en grupo, o sencillamente, puedan no hacer nada.

De vez en cuando, cuando la tristeza me abruma, cuando el trabajo ya no acaba sino que se enlaza con el siguiente, cuando me siento insignificante e inútil frente al peso de la vida salgo con la intención de comprar yo misma las flores.

EspidoMangoFlores9

EspidoMangoFlores6

EspidoMangoFlores8

EspidoMangoFlores7

EspidoMangoFlores1

EspidoMangoFlores3

EspidoMangoFlores5

El vestido estampado, con un estampado de cierto aire vintage, es éste de Mango. Con la primavera extraña que padecemos, es perfecto por tejido y colores. Los salones, de Sacha London, rompen el aire clásico con un acabado metalizado azul. El bolsito blanco, en esa línea saco que se está viendo tanto esta temporada, es nuevamente de Mango.