Nos espera la noche
Alfaguara, 2003
Entrevistas:
«Se centra todo en lo inmediato y esa no es mi postura frente a la literatura”
Entrevista en Prensa Quatro, 3 de Diciembre de 2003, por Paula Arenas
P: En tu última novela “Nos espera la noche” (Alfaguara), haces una incursión en el mundo de la fantasía.
EF: Sí, ya lo hice en “Donde siempre es octubre”, la primera novela de la trilogía, pero como entonces era una autora desconocida y ahora no, pues ha sorprendido mucho.
P: Consigues transportar al lector a un reino imaginario. Has huido de los más inmediato.
EF: Si la literatura no consigue transportar al lector, hay algo que se ha quedado en el camino… No me interesa una literatura ideológica, ni especialmente urgente…
P: ¿Eres una escritora impulsiva?
EF: No, hasta que mi historia no esté perfectamente trazada en mi cabeza no empiezo. Cada autor tiene un sistema distinto y todos son buenos. Hay una división bastante grande entre los que consideran el arte como inspiración, y quienes lo consideramos un estímulo inicial para ser trabajado.
P: Escribes poesía también, aunque mucha gente no lo sepa.
EF: Pero soy muy mala. No, lo que pasa es que el mayor reto que tengo es mejorar el sentido del ritmo, de la trascendencia. Soy una buena narradora y tengo recursos para enganchar, pero escribo una poesía uin poco tramposa, es poesía épica. La novela es para mí más abarcable, en la poesía está todo a la vista. En la novela caben más cosas, cabe todo. En la narrativa tengo bastante criterio, pero en la poesía… me pierdo.
P: ¿Participas en “Madrid. Estación Poética”?
EF: Sí, en el Centro Cultural de la Villa, en los ciclos poéticos… La poesía es un mundo fascinante.
P: ¿Cómo vives el hecho de ser una autora conocida?
EF: Los lectores son una minoría, en realidad se lee tan poco…
P: Sí, pero dentro de esa minoría hay muchos que sí te conocen.
EF: Pues como era el objetivo que yo tenía marcado, la verdad es que no me lo planteo. Es un tipo de fama cómoda. No me reconocen por la calle, con lo cual no me molesta y al mismo tiempo ofrece una garantía. Aprovecho para publicar textos que de otra manera posiblemente no podría.
P: ¿Cuando decides que o escribes o nada?
EF: La desición de ser profesional, de dedicarme a la literatura pasara lo que pasara, la tomé a los 18 años, pero desde varios años antes, a los 15 años, ya lo tenía claro. La decisión conciente la tomé cuando estudiaba primero de Derecho y lo dejé para estudiar Filología Inglesa. La mayoría de mis compañeras querían ser profesoras y dos o tres especialmente brillantes querían dedicarse a la investigación. Y luego estaba Espido que quería ser escritora. Recuerdo que en el examen de reválida, en Deusto hay que hacerlo para convalidar con la pública, mi rector se quedó preocupadísimo cuando dije que yo iba a dedicarme a coordinar revistas literarias y a escribir. Se quedó el pobre con una casa… Era un mezcla de compasión y… Pensó: esta acaba en una academia, mientras decía: bueno, tiene que haber de todo… Pero lo decía con una poca fe…
P: Tu literatura tiene una madurez sorprendente…
EF: Es que en realidad la edad no tiene tanto que ver. Existe el tópico de que los escritores jóvenes tenemos que escribir sobre determinados temas.
P: ¿Crees que se espera algo de ti como escritora?
EF: Existe la idea de dar al lector lo que espera de nosotros, y a mí me parece que eso es un error, que estamos maleducando al lector. me estoy hartando de decirlo pero es verdad. El placer ya no está en la obra, todo se está centrando en la figura del escritor como elemento atractivo, mediático; o bien en complacer al lector…
P: En lo más inmediato quizá…
EF: Exacto, se centra todo en lo inmediato. Y esa no es mi postura frente a la literatura. No lo es cuando escribo, no lo es tampoco cuando leo. Hay unos cuantos que lo pensamos, pero como no hay una generación de mi edad, porque estamos muy descabalados… Entonces los tópicos continúan. No pasa nada, cuando lleguemos a los cuarenta posiblemente ya se hayan consolidado más escritores de mi generación y veremos qué hacemos.
P: ¿Hay algo de lo que has escrito que suprimirías, que te gustaría no hacer publicado?
EF: No, hasta ahora no, porque cuando he publicado algo es porque estaba muy segura de lo que publicaba. He tenido los libros mucho tiempo en nevera, en cajón… Sí hay alguna partecita que si se volviera a hacer una edición de mi primera novela Irlanda, cambiaría. Revisaría un par de frases.
P: ¿Qué obra de las que has escrito es la que más satisfacción te ha ofrecido y te ofrece?
EF: Eso es difícil, porque cada obra ofrece una satisfacción distinta. Melocotones Helados fue el Premio Planeta y eso da satisfacción, Irlanda también me ha dado muchas satisfacciones, Donde siempre es octubre también… Y luego el ensayo que me permite cultivar una faceta muy distinta, el último, por ejemplo, el de anorexia y bulimia.
P: Cuado comer es un infierno, ¿no?
EF: Sí, es un ensayo con el que lo pasé mal.
P: Es una obra valiente, con la que tuviste que sufrir…
EF: Lo pasé mal escribiéndolo porque era enfrentarme a una serie de historias que yo conocía y al tiempo ver qué tenía eso en común con mi experiencia y con la de otras personas, y además no me he desvinculado de esa causa. Fue la primera apuesta decididamente ética que yo hacía. Fue un triunfo sobre una misma, sobre la perfección… Me queda mucho por hacer, pero bueno, de momento voy haciendo cosas distintas.
P: ¿Qué proyectos tienes?
EF: Acabar la trilogía, de aquí a dos años porque son novelas densas y complejas. Ahora publico un ensayo sobre literatura inglesa, y seguiré escribiendo cuentos que es lo que más me gusta. Tengo bastante facilidad para ello.
P: Porque los relatos se escriben como por un chispazo…
EF: Sí, yo en los talleres que imparto de literatura enseño, o trato de enseñar a mis alumnos, que esos chispazos pueden aprovecharse sin tener que esperar tres meses.
P: ¿Se escribe con el corazón?
EF: Mira, yo intento convencer a mis alumnos de dos o tres cosas y una de ellas es que no se esvribe con el corazón, se escribe principalmente con la mente y con la distancia, con la empatía y con todo lo que hemos ido haciendo antes.
P: ¿Qué otras enseñanzas te gusta que tus alumnos reciban?
EF: Que se puede aprender a escribir. Intento enseñarles a detectar estímulos, que no tengan que esperar dos meses, que puedan aprovecharlos todos los días. En la luz, en la música… Y es sorprendente ver hasta qué punto cuando estás con la antena disparada la cantidad de oportunidades que empiezas a ver.
P: ¿De verdad crees que se puede aprender a escribir?
EF: Yo no creo que de una persona sin talento se pueda sacar un genio, pero sí creo que se puede desarrollar. La literatura es ahora mismo el único arte que no tiene formación, los escritores no tenemos estudios de escritura, y quizá no podemos ser Prada o Cela, obvio, pero sí hay que brindar la oportunidad de desarrollarlo.
P: ¿Crees que la formación del escritor debería ser de otro modo?, ‘debería existir alguna posibilidad que no sea ser autodidacta?
EF: Muchos dirán: es que siempre se ha hecho así… Yo, que me dediqué tanto tiempo a la música, sé la importancia de la formación. Que se pueda considerar para los escritores un tipo de formación, igual que un bailarín tiene sus dos horas de clase u se le respeta. Ésa es una de estas luchas que llevo a retajabla. En este país son muy reacios, pero yo creo que se conseguirá.
P: ¿Qué cambiarías de la literatura más actual?
EF: Muchas cosas. En principio se cometen errores al difundir la obra, y por otro lado estamos en una sociedad basada en la reacción y en la imagen, de manera que no se invita a la reflexión. Tampoco existe una industria suficientemente desarrollada detrás del libro como para que se promocione, como se hace con la cosmética… No se fomenta el interés. Por otro lado existe una mala programación en general por parte de las editoriales. Lo mismo que creo que la literatura se puede enseñar, fomentar, la puesta de las editoriales, salvo excepciones, no me ha parecido correcta y yo intento hacer que eso cambie.
P: ¿Te desagradan las presentaciones convencionales?
EF: Estoy harta de presentaciones convencionales, sobre todo la puesta en escena, y por eso colabora conmigo una compañía de títeres. Es una manera de cambiar, porque no soporto la presentación laudatoria. Y ahí está la lucha.
P: ¿Qué manera crees que es la mejor para acercar la literatura a la gente?
EF: Hay dos maneras: una es educar y la otra, rebajar el nivel. La mayor parte de los gestores culturales optan por rebajar el nivel. yo creo que existe una tercera vía: enganchar al lector, no por la identificación, sino porque lo van a pasar bien y además es cultura.
P: Decía Benedetti que él siempre mete la poesía de contrabando…
EF: Sí, pues algo así. Yo te hablo del “terrorismo literario” que es lo que hago y lo que pretendo. Unido conlas presentaciones no convencionales hay dos cosas que me preocupan mucho. Una es la cesión de los derechos de autor, el que los autores consideremos por levantar la pluma ya nos tienen que pagar, y sobre todo no ser conscientes de que tenemos una doble dimensión: literatura como oficio mercenario del que vivimos y por otro como difusores de cultura, cosa que no se nos va a recompensar con los derechos. Es una lucha perdida pero que tenemos que hacer, porque si no vamos al “barranco”. Ahí entra el terrorismo literario, acciones literarias o artísticas fuera de lo común que no persiguen fin económico y que intentan promover la literatura por otros cauces, por ejemplo el bookcrossing, que yo ya lo hacía antes de que estuviera de moda. Con ello acabamos con esa historia de que no presto ningún libro porque no me lo devuelven, ¿y qué más da?, ningún libro es insostituible. Como yo he leído desde niña en bibliotecas, pues estoy acostumbrada a que los lea más gente.
P: Tú tienes una página web…
EF: Sí, www.espidofreire.com. Intento que la comunicación sea posible.
P: Te quejas mucho…
EF: Sí, me quejo porque estamos haciendo una aristocracia económica de la literatura que a mí me pone los pelos de punta. Y yo vivo en ella, soy muy consciente de mi privilegio. Ahora bien, no creo que sea lo único que existe.
P: Pero hay alguna iniciativa que…
EF: Sí, es cierto, por ejemplo en el metro hay unos carteles con textos de libros, pero hay un problema y es que sólo ponen el autor, no la obra de la que se extrae el texto.
P: Eres una luchadora…
EF: Bueno, pero en sentido pacífico, porque yo no soy agresiva, no nada parecido, es que creo que hay que cambiar ciertas cosas.