La diosa del pubis azul.
Editorial Planeta, 2005 (con Raúl del Pozo).
Sinopsis:
Ángel Pareja y Ana Izarra no pueden ser más distintos. Ambos son policías, pero ni en la edad, ni en las expectativas, ni en el cristal con el que miran la vida tienen nada que ver. El azar o más bien los manejos de su jefe, que quiere premiar a la una y castigar al otro, les va a unir en la investigación de un truculento asesinato que tiene como víctima a una bella mujer con el pubis teñido de azul.
Noelia es encontrada muerta, con signos de haber sido violada en un cuchitril que no concuerda con la sofisticación ni el poder adquisitivo de la víctima. Para Ana Izarra es su primer cadáver, algo que ningún policía olvida, y para Pareja, su compañero, es el último, por el momento, de una larga serie. Los dos tienen métodos muy distintos de investigación. Ana se fía de las pruebas científicas, el ADN y toda la tecnología que ofrece la policía moderna. Pareja, sin embargo, se fía más de su instinto, de sus confidentes, del conocimiento que tiene de los bajos fondos y sus personajes emblemáticos.
Así, ambos comienzan una investigación que les llevará a descubrir al asesino, pero también y lo que es más importante, a descubrir cosas de sí mismos que tenían ocultas tras varias capas de protección.
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Ángel Pareja and Ana Izarra couldn´t be any more different from each other. Both of them belong to the Police Department, but they don´t share their age, their expectations or the way they look at things. Chance, ot the tricks played by their boss, who wants to punish him and award her, will link one to another in the investigation of a bloodthirsty murder which victim is a beutiful woman with a blue dyed pubis.
Noelia is found dead, with evidence of having been raped, in a hole which has nothing to do with the sofistication, glamour and purchasing power that characterize the victim. She is Ana´s first corpse, something that no policeman forgets; but for Parreja, Noelia is only another dead body, so far the last one of a very long series. Both policemen have very different methods of investigation. Ana trusts scientific evidence, DNA and all the tecnology that modern Police has to offer. On the other hand, Pareja trusts his instinct, his informers, his knowjedge of the underworld and the emblematic characters who live in it. This is the road they take in an investigation that will result in discovering the criminal, but also something much more relevant: aspects of themselves that they had hidden under several protection coats.
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Angel Pareja et Ana Izarra ne pourraient pas être plus différents. Tous les deux sont policiers, mais ni leurs ages, ni ceux qu’ils attendent de la vie, ni leurs points de vue ont quelque chose en commun. Le hasard, sous la forme des ruses de leur chef, qui veut récompenser la femme et punir l’homme, les unira dans l’investigation d’un macabre assassinat dont la victime est une belle femme, avec le pubis teint de couleur bleue.
Novi sad est trouvée morte, avec des signes de viol, dans un recoin sordide très éloigné de la sophistication et des moyens acquisitifs de la victime. C’est la toute première morte de Ana Izarra, ce qu’un policier n’oublie jamais ; mais pour Pareja, son compagnon, c’est le dernier d’une longue série, pour le moment. Tous les deux ont des différentes méthodes d’investigation: Ana a confiance en les épreuves scientifiques, les épreuves de ADN et toute la technologie moderne à la disposition de la police. Par contre, Pareja ne croit qu’à son instinct, ses confidents, et à la connaissance qu’il possède des bas fonds et des personnages caractéristiques.
C’est comme ça que tous les deux commencent une investigation que les mènera jusqu’a l’assassin, mais, ce qui est le plus important, ils feront des découvertes sur les choses qu’eux-mêmes avaient cachées sous diverses couches de protection.
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Ángel Pareja e Ana Izarra non possono essere più diversi l’uno dall’altra. Entrambi sono poliziotti, ma né le loro età, né le loro aspettative, né la lente attraverso cui vedono la vita, hanno qualcosa in comune. Il caso o, meglio ancora, le manovre del loro capo, che vuol premiare lei e castigare lui, li unirà nell’indagine di un truculento assassinio la cui vittima è una bella donna con il pube tinto di blu.
Noelia viene ritrovata morta, con segni di essere stata violata in una topaia che non concorda con la raffinatezza né con il livello economico della vittima. Per Anna è il primo cadavere, cosa che nessun poliziotto dimentica, e per Pareja, il suo collega, è l’ultimo, per il momento, di una lunga serie. I due hanno dei metodi d’indagine molto distinti. Anna si fida delle prove scientifiche, del DNA e di tutta la tecnologia di cui si serve la polizia moderna. Pareja, invece, si fida più del suo istinto, dei suoi confidenti, della conoscenza che ha dei bassifondi e dei personaggi emblematici che li abitano.
I due iniziano un’indagine che li porterà a scoprire l’assassino ma, cosa ancora più importante, che li porterà a svelare i lati oscuri di se stessi.
Ángel Pareja und Ana Izarra könnten kaum unterschiedlicher sein. Beide gehören zur gleichen Polizeiabteilung, sie sind jedoch ungleich alt und haben verschiedene Erwartungen und Ansichten. Zufall oder die Spielchen ihres Vorgesetzen, welcher ihn bestrafen und sie befördern möchte, führt die Beiden auf der Suche nach einem blutrüstigen Mörder, dessen Opfer eine wunderschöne Frau mit blau gefärbter Scham ist, zusammen.
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Noelia wurde tot und vergewaltigt an einem Ort aufgefunden, der mit dem glamourösen Leben, der das Opfer auszeichnete, in keinem Zusammenhang steht. Sie ist Ana’s erste Leiche, etwas das kein Polizist je vergisst. Für Pareja ist es nur ein weiterer toter Körper in einer langen Reihe. Beide Polizisten verwenden unterschiedliche Aufklärungsmethoden. Ana vertraut den neuesten technischen Methoden, DNA und allem was die moderne Spurensicherung zu bieten hat. Pareja auf der anderen Seite vertraut auf seinen Instinkt, seine Informanten, sein Wissen über die Unterwelt und seinem ihm eigenen Spürsinn. Das ist der Pfad der zu einer Ermittlung führt, welche nicht nur das Verbrechen aufdeckt, sondern auch Einblicke in das verborgene Seelenleben der beiden Polizisten bietet.
Reseñas:
SE DIJO DE ELLA:
Raúl y Espido
Por Francisco Umbral. El Mundo S.XXI. 11 de Junio de 2005.
Fue una buena idea de un verano caliente, sin duda una idea del director, ésta de formar una pareja literaria para servir al ocioso lector de agosto una novela policíaca.
Elegidos los escritores, Raúl del Pozo y Espido Freire, se les dejó libertad absoluta para inventar. Curiosamente, inventaron una novela policíaca, género que ha sido superado o malversado por la novela de recursos técnicos donde los asesinos son robots, y los policías también, y los que hacen el amor y todo el personal. La novela de robots ha venido a desplazar brutalmente a la novela policíaca que aún tenía respiración humana, recuerdos y recursos de Simenon, de Harry Stephen Keller e incluso de Patricia Highsmith, con la que todavía compartí hotel y conversación en Barcelona, poco antes de que muriera.
Raúl del Pozo, el más viejo de la pareja, es sin duda quien ha marcado la pauta del género, porque el thriller todavía era un humanismo para mi generación y la de Raúl, que tiene probada su añoranza del género en tres o cuatro novelas. Pero Espido, la novísima novelista, se ha adaptado muy bien a la novela policíaca de toda la vida, donde un chico y una chica se cruzaban en el enredo de un crimen y acababan inocentes y novios. Aquí no se ha podido llegar a tanto porque Raúl y Espido ahí, en las ruedas de prensa, vivos y protagonistas de la vida. Nadie ha caído en el celestinaje, faltaría más.
El procedimiento de aunar la prosa meditativa, sosegada, un poco estática, de nuestra joven autora, con el estilo duro, violento, barroco, acumulativo y vital de Raúl del Pozo, da como resultado una melodía a dos pianos que es el mayor atractivo de La Diosa del Pubis Azul, novela a cuatro manos y quizá a seis, que las otras dos pudieran ser de Pedro J. Ramìrez para su periódico.
Ya dijo Borges que el mayor encanto del Quijote estaba en el calculado vaivén de la prosa entre el retórico caballero y el refranero Sancho. Todo suena a todo en este libro que ahora saca Planeta.
Lo mismo pudiera ser una serie de televisión que una película de Hitchcock. En todo caso, la historia corre ligera, las ocurrencias del autor se alternan con las reflexiones de la autora y nos permiten contrastar la escritura de dos generaciones. Raúl sigue enmadrado con la serie negra y con el estilo de El halcón maltés, mientras que a Espido le preocupan los pensamientos de él sobre ella. Espido por sí sola habría escrito una novela rosa con robots en lugar de detectives. Raúl, sin el control femenino, habría vuelto al estilo cinematográfico redimido por su inagotable prosa, que en estos temas se endurece y trata igual a un asesino común que a un presidente de Gobierno. La prosa de nuestro compañero, por sí sola y sin tema, ya puede ser agresiva y fanfarona.
Esta prosa es la que por sí misma sostiene la novela, pero la combinación ha resultado, pues lleva en sí un juego de parejas, Espido/Raúl, chico/chica de la narración y la investigación. Aquí hay tanto cine como literatura, pero eso no es malo porque el cine nació de la novela y no del teatro, como se creía. Feliz idea, pues, que debiera repetirse, aunque ya no saldría igual. Él y ella nos decepcionarán si se creen los protagonistas. También si no se creen. Siempre nos quedará París.
Doble sueño
Por Juan Angel Juristo. ACB de las Artes y de las Letras. 2 de Julio de 2005
Desde luego que no es la primera vez., antes bien es un recurso que ha pasado ya a ser común, que dos escritores o más colaboren en un mismo libro y que se presten a argumentos establecidos de antemano para conseguir unj mayor efectismo en los finales insospechados. Así fue el principio, cuando se completó aquel El misterio de Edwin Drood, la novela policìaca que Dickens dejó inacabada, pero lo que distingue aquelas colaboraciones de tiempos pasados, aquellos volúmenes colectivos de literatura de género, en especial ciencia-ficción y policiaca, de los de hoy es la intencionalidad del producto, mucho más azaroso antes, preconcebido ahora. De ahí que este libro haya sido una sorpresa. por lo que tiene de no previsto, en este orden de las cosas, y creo que ello se debe a la rigidez del planteamiento inicial, que ha dado resultados felices o, por lo menos, gozosos. Raúl del Pozo es la voz de Ángel Pareja, el típico detective de vuelta de todo cuyo carácter ha cantado el cine como ningún arte. Espido Freire se ocupa de Ana Izarra, compañera del otro, y digno contrarreste que, repito de nuevo, también hemos visto en el cine, conquistándose a pulso el respeto de su compañero.
Ni que decir tiene que la gracia del libro, a parte de la historia que se cuenta, muy ajustada a lo que se espera de un thriller, consiste en la disparidad de estilos, criterios, visiones que desarrollan los dos personajes y que en esta novela se percibe sobremanera porque la mnera de contar, el tempo narrativo de cada uno de los dos escritores es muy distinto. Se trata, pues, de un juego literario de feliz resultado por los contrastes y, supongo, por lo que cada cual ha exagerado de su estilo. Del Pozo tira del argot que da gusto, Freire se corta más que de costumbre. Y en cosas así consiste el juego. Atiendan a las ilustraciones de Ulises Culebro, excelentes para lo que se pretende y que recuerdan en sus lineas expresionistas otro ajuste al canon del thriller, en este caso, la atmósfera tenebrosa, de rasgos eróticos, que tiene que condensar en sus trazos la letra del texto. Una novelahecha por tres profesionales, en suma, que no ahoga una trama dada de antemano. Y por eso, curiosa de ver.
La Diosa del Pubis Azul
Por Angel Basanta. El Cultural (El Mundo).7 de Julio de 2005
Espido Freire y Raúl del Pozo, autores de mundos literarios y características muy diferentes, han unido su escritura para completar La Diosa del Pubis Azul, de acuerdo con las leyes de género de la novela negra, con hallazgo inicial de una joven asesinada en horrendo crimen, investigación policial posterior entre pistas falsas y conjeturas que acaban conduciendo a la verdad y resolucion final del caso con descubrimiento de la personalidad de quien cometió el asesinato y explicación de los motivos que impulsaron a perpetrarlo.
La novela consta de treinta capítulos en los cuales alterna la autoría de Raúl del Pozo en los impares y Espido Freire en los pares. Los dos autores han creado sendos policías emparejados en la investigación del caso el agente Ángel Pareja, hombre maduro y curtido entre gitanos, aficionado al fútbol y al flamenco, y la joven Ana Izarra, policía novata especialista en operaciones científicas necesarias para la investigación del crimen.
Ambos policías son también los narradores en primera persona, Pareja en los capítulos impares y Ana en los pares. Los dos encarnan personajes opuestos y sus narraciones muestran en su estilo esas diferencias que los identifican con claridad, tal vez como consecuencia natural de la personalidad de sus autores. Pero caro no resta unidad a la novela porque ambos policías resultan complementarios en sus investigaciones y, como narradores, priman los dos el relato ceñido a los hechos anotando conjeturas y comprobaciones, sin perderse nunca en meandros inútiles. En ello los autores han sido muy hábiles, manteniendo la suspensión de la intriga y la específica singularidad formal de sus narradores: más irónico y bronco el estilo del agente chapuzado en cuentos de casos entre marginados, escépticos y buen conocedor de la vida y el habla del hampa; menos agrio y más pudoroso y convencional el estilo de la mujer novata con el aprendizaje policial de su primer caso.
Todo transcurre en el espacio urbano de Madrid, con calles bien reconocibles, en el año 2004, muy poco después del atentado terrorista del 11-M en Atocha. Los movimientos dados en la investigación de los hechos, con brutal asesinato de una hermosa joven de vida implicada en peligrosas relaciones sexuales, con intervención de miembros de tribus urbanas dan lugar a una rápida revisión crítica de ciertas lacras que echaron raíces en la sociedad presente, como intereses y corrupciones de la policía, cumponendas en el mundo universitario, ignorancia de los estudiantes y aumento de la peligrosidad en el asfalto madrileño: “Madrid se ha vuelto una ciudad mortal, peligrosa, el odio se esconde en botas de acero, en chilabas, en las alimañas de todas las monsergas y fundamentalismos y también en los comedores de los manteles de hilo” (p.139).
La Diosa del Pubis Azul es, por todo ello, una interesante novela de intriga fácil y amena lectura para llenar una tarde de verano. El suspense está garantizado en una trama que explota con eficacia motivos desconcertantes como un pubis pintado de añil y condones con sabor a vainilla y que bucea en el fango nocturno de sexo y violencia removido por tribus urbanas, bellas desvergonzadas que juegan con fuego y otras hermosuras de apariencia falsa. Su estructura encuentra el mayor atractivo en el perspectivismo dual de sus narradores complementarios que generan el relato de su investigación como una novela en marcha. Ambos policías, en cuanto persnajes, experimentan, además, un gradual acercamiento mutuo que acaba permitiendo al solitario y veterano Pareja reconocer que su bisoña compañera tiene madera de policía, a la vez que Ana, en sus dudas y fragilidad, aprende a confiar menos en las pruebas aportadas por la ciencia y a valorar más las observaciones nacidas de la experiencia de su colega en este “romance laboral con infidelidades, celos y broncas” (p. 153).
PERO TAMBIÉN SE DIJO:
La función no hace el órgano
Por Jesús Egido. Revista de Letras.
La carrera literaria de Espido Freire parece dominada por la sorpresa. Su primera novela, Irlanda (1998), sorprendió gratamente a la crítica y obtuvo el apoyo del público, lo que le abrió el mercado para seguir publicando nuevos títulos y obtener premios como el Planeta y el NH de Relatos. La última, La diosa del pubis azul, un policíaco escrito a cuatro manos con el periodista Raúl del Pozo, vuelve a sorprender. Aunque, en este caso, esa sensación incluye un interrogante: ¿por qué una escritora de éxito, que ha logrado en menos de una década el respeto literario, se arriesga a dilapidarlo con este experimento de escasa fortuna?
Para conciliar el estilo castizo del periodista-novelista con el más escueto de la joven narradora, cada uno de los autores se hace responsable de un personaje protagónico. Del Pozo recrea al chulesco inspector de policía Ángel Pareja, “del Real Madrid, apolítico, aficionado al cante grande; me gusta la caballa, la mortadela y leer el Marca” (p. 9). Freire se encarga de la detective novata Ana Izarra, experta en ADN, inteligente y ajena a ese cariño por el lumpen del que hace gala su compañero (¡cuánto daño está haciendo la serie televisiva CSI!). Esa cadena de tópicos provoca que, desde las primeras líneas, todo parezca ficticio, de cartón piedra.
Del Pozo firma el primer capítulo narrado en primera persona por el inspector Pareja; Freire se hace cargo del segundo, contado por la detective Izarra… y así sucesivamente hasta el final. Técnicamente se resuelve el problema de escribir a cuatro manos, al tiempo que se dan da visiones distintas de una misma realidad (la investigación de un asesinato). Pero el resultado no refleja dos personalidades en colisión, sino que se convierte en una reiteración cansina y casi idéntica de los hechos, en la que uno abusa del diálogo y la otra intenta contener los excesos verbales de su compañero para hilvanar el caos de la trama novelesca e intentar que la historia avance hacia el inevitable desenlace que ponga punto final al experimento.
Esta descompensación perjudica a la intriga característica del género que con tanta admiración defendía Borges, para quien la narrativa policíaca se convertía en un complejo crucigrama donde el lector avispado intentaba anticiparse a las deducciones del detective. Como La diosa del pubis azul carece de arquitectura, los autores hacen trampa al lector, obligado a quedarse al margen de la investigación. Ésta únicamente avanza a golpe de efecto, aportados cada equis capítulos, como por arte de magia o de tubo de ensayo, por un forense gay – otro CSI – que también restaura cuadros en el Museo del Prado.
Si los protagonistas son tópicos, el coro de secundarios no le va a la zaga. Un amante de extrema derecha que se ha hecho formal, la compañera de piso de la víctima, ordenada, fea y celosa del éxito sexual de la muerta; el novio cornudo y universitario que toca en un grupo de música… Todos son previsibles, incapaces de apartarse del prototipo y de ofrecer un matiz que despierte el interés hacia esta especie de parodia policial.
Bella joven adinerada que se pinta de azul el pubis para atraer a sus múltiples amantes, forense homosexual culto y pedante, profesores universitarios que van de colegas con sus alumnas… El escenario novelesco asume todas las pautas que los poderes de turno han vaciado en el saco de la modernidad.
Qué complicado es conjugar esta tesis con el casticismo exacerbado que impone Del Pozo a su literatura, apenas domado, pese a sus ingentes esfuerzos, por la pluma de Freire. Valgan unos ejemplos salteados al azar que escapan de la boca del inspector Pareja: «Allí beben y hablan gitanos bien maqueados con sus trajes tamborín de origen […]. Nos hacen hueco y algunos nos saludan, dándonos ojaneta y chanchunó corporal» (p. 44); «de sicarios con contratos temporales que luego se iban de raja, después de quebrar a camellos, boqueras y rufianes» (p. 139); «Sí, lo chaparán, lo meterán al banasto» (p. 154).
Jerga que, como el resto del libro, también parece importada, porque este mismo policía cheli que come callos, domina el caló, saltea varios tacos en cada frase y se oculta la cara con el Marca resulta que no se sorprende de las referencias a «las madonnas en los frescos de Giotto, (p. 11l), menciona a Leonardo Sciascia, Rafael Alberti y al diseñador gráfico Javier Mariscal y regala al público disquisiciones filosóficas sobre la profesión policial, que en este caso sí reflejan escasa originalidad.
Las seis novelas que Raúl del Pozo ha publicado anteriormente no han logrado – al menos en este caso – perfilar su músculo de escritor, como si la función no ejercitase el órgano. Lo, mismo le sucede a la coautora Espido Freire, que se descalabra literariamente en esta audacia, riesgo al que es difícil encontrarle un sentido.
El confuso panorama editorial español, donde el márketing lo domina todo en busca de best sellers apoyados en fenómenos extraliterarios, se demuestra capaz de abducir hasta a los autores que no parecían necesitar de estas argucias para mantener su voz. Y de nuevo es el género policíaco, confundido una vez más bajo la denominación «novela negra», el socorrido soporte para extravagancias tan prescindibles como esta novela, publicada originariamente en treinta entregas aparecidas el año pasado en el suplemento «Campus» del diario El Mundo, con ilustraciones de Ulises Culebro recuperadas para esta nueva edición en formato de libro.
El folletín por entregas redactado a cuatro manos es una tradición con escasa fortuna. Ni El misterio de la carretera de Sintra, que Eça de Queiroz y Ramalho Ortigao escribieron para el Diario de Noticias lisboeta, ni los títulos que Charles Dickens firmó junto a Wilkie Collins en el siglo XIX sobresalen por su calidad, aunque hay que reconocer, en beneficio de los anteriores, que Freire y Del Pozo hunden el listón en La diosa del pubis azul.
Entrevistas:
Raúl y Espido
Por B. Lacasa. Vogue España. 1 de Julio de 2005