nosesperalanocheNos espera la noche
Alfaguara, 2003

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Reseñas:

Espido Freire publica «Nos espera la noche», una novela que evoca los cuentos de hadas.
Por Antonio Paniagua. En El Norte de Castilla – Valladolid. 22 de Octubre de 2003

La escritora vasca creó esta obra de amor y ambición entre los 19 y los 22 años

“La novela española tiene una revolución pendiente: incluir elementos de fantasía”. Quien así habla es Espido Freire (Bilbao, 1974), quien acaba de publicar ‘Nos espera la noche’(Alfaguara), un libro con cierto aire evocador de los cuentos de hadas y los ciclos artúricos. La obra que acaba de entregar a la imprenta es la segunda parte de una trilogía que comenzó con ‘Donde siempre es octubre’. La escritora reivindica el poder de la imaginación y lamenta que el lector adulto y tradicional se resista a la fabulación. “Parece que la literatura fantástica es un pecado que se tiene que purgar a base de costumbrismo y realismo. La narrativa fabuladora sólo se permite en la literatura infantil”.

Espido Freire creó esta novela de amor y ambición entre los 19 y los 22 años, un alumbramiento lento que ha culminado ahora, cuando ha suprimido treinta personajes y ha remodelado la estructura temporal. “Hace años fui superponiendo historias y entretejiendo hasta 22 narraciones independientes. Cuando terminé el relato estaba bastante satisfecha, pero me salió una novela altamente experimental, muy fragmentada. Al revisarla, el texto ha perdido radicalidad, pero ha ganado en fondo. Todo el relato se ha ido adaptando no sólo a mis lecturas, sino también a mi evolución como escritora”.

Contadas por su abuela

Muchas de las historias que se narran en ‘Nos espera la noche’ fueron contadas a la escritora por su abuela. “Mi abuela murió antes de yo publicara libro alguno. Tenía una peculiaridad: al contar, no le importaba apartarse de la verdad siempre que ello redundara en beneficio de la historia. Mi abuelo era más preciso y riguroso, de forma que gracias a los dos pude comparar la verdad histórica y la novelada”.
El esfuerzo de fabulación que ejecuta Espido Freire no la deja exhausta. “Al contrario, me da más vida. Como a todas las personas un poco lúcidas, me agota la realidad. Si lo que estoy contando es verdad, la muerte y los sufrimientos verdaderos se cuelan”. Aparte de insuflar fantasías a sus relatos, Espido Freire cree que los escritores españoles tienen un reto que afrontar: modificar la linealidad y romper la estructura espacio-temporal. “La tecnología ha alterado los conceptos de espacio y tiempo”.

La niña que susurraba a los caballos. La Razón. 
Por Joaquín Arnaíz. La Razón. 24 de Octubre de 2003

La literatura tiene, afortunadamente, tantos senderos como aquel jardín bifurcado infinitamente del que hablaba Borges. Y no es uno de sus menores el que conduce al reino de la fantasía. En algún caso, peterpanesco, mediante un vuelo nocturno; en otro, por losas amarillas hacia Oz; o por los túneles del sueño, como en la Alicia de Carroll, que cita Espido Freire a abrir su última novela, Nos espera la noche. Porque Espido Freire (Bilbao, 1974), ganadora con veinticinco años del premio Planeta (1999), ha apostado siempre, rigurosamente, por asomarse al mercurio de los espejos, por indagar sobre los laberintos psíquicos paralelos a una realidad metafórica. En muchos casos, con tres característica esenciales: la creación de un espacio mítico (quizá más épico que mítico) pero dotado con objetos contemporáneos; una dimensión simbólica y lírica, y la presencia de unas voces de mujeres que dan cierta caracteristica lunar (en cuanto mirada esencialmente especular; de hecho suele mantenerplanteamientos laberínticos muy cercanos a la sensibilidad femenina) a sus obras. Y que en el caso de Nos espera la noche se cumplen perfectamente.

Enlazando con la ciudad de Oilea de su segunda novela, Donde siempre es octubre (1999), y su galería de personajes de pasiones subterráeas, y con su obra de literatura juvenil, La última batalla de Vincavec el Bandido (2001), personaje que aparece también en Nos espera la noche, Espido Freire nos describe en su última obra el territorio imaginario de Gyomaendrod, que a primera vista pudiera tener alguna relación en cuanto a la capacidad imaginaria, con obras como Olvidado Rey Gudú de Ana María Matute, pero que en la prosa de Espido Freire ese espacio mítico está contado sin alterar sustancialmente una realidad física encontrable en una Europa rural del XVIII (desde los soldados dragones a la oligarquía rural), quizá con algunos toques de las Eddas islandesas.

Esos paisajes, un poco sombríos y perdidos entre bosques, que ya trazara Espido Freire en su primera novela, Irlanda (1998), a partir de un relato que escribió a los dieciséis años; la presencia del Mal, que dibujó en Diabulus in musica (el intervalo prohibido en la música antigua y por donde se creía que podía entrar el diablo), o la importancia que las historias familiares (y sus errores y sus males ocultos) tenían en Melocotones Helados, están en Nos espera la noche, quizá con un lenguaje más preciso y más depurado, donde el tono lírico depende más del contexto simbólico que de la adjutivación o las metáforas.

En el territorio de Gyomaendrod, hay varias familias que se enfrentan por el control del poder. La novela se inicia con los preparativos para celebrar los cumpleaños del padre y de uno de los hijos de la familia Pozbieta, una de las más ricas y poderosas. Aunque ya en la primeras páginas puedever el lector que, como suele suceder en los textos de Freire donde siempre hay un “diabulus in musica” a la espera, aparecen los primeros signos de la desgracia que acabará cerrando la novela: llega a sus corrales para domar a los caballos salvajes un saludador acompañado de una adorable niña que tiene el poder de entender a los caballos y la capacidad de la visión profética. Pero el tender Reason, un factor del mal, como un Loki que traerá al final del Walhalla de Gyomaendrod (en Diabulus in musica, uno de los personajes que interpretó el papel de Balder, el segundo hijo de Odín) y que hace jaulas, causará la muerte de la niña, qui cuidaba en su mano a un simbólico grillo. A partir de ese acontecimiento, empezarán a desarrollarse pasiones sentimentales, imaginadas violaciones, asesinatos en los caminos, y un recorrido hacia la oscuridad y la noche, esa hermana de la muerte que nos espera siempre cruzando la selva de la vida.