Entrevista con Espido Freire (Extracto)

Anika entre libros

Espido Freire nació en Bilbao en 1974 y, en su adolescencia, se dedicó a la música antigua. Licenciada en Filología Inglesa por la Universidad de Deusto, se dedicó a talleres y grupos literarios hasta que en 1998 publicó su primera novela, «Irlanda». Dos libros después y con sólo veinticinco años se convirtió en la ganadora más joven del premio Planeta de Novela con «Melocotones helados». Desde que empezó no ha parado de escribir, y muestra su talento tanto en novelas como en ensayo, poesía, artículos y talleres. Otros de sus libros destacados son Diabulus in musica, Aland la blanca, Cuando comer es un infierno, Nos espera la noche y su recién publicado Querida Jane, querida Charlotte, donde se adentra en el mundo de las hermanas Brontë.

Trabaja, además, como traductora literaria, y curiosamente sus novelas han sido traducidas al francés, alemán, portugués, griego y turco. Colabora en otros medios de comunicación (Radio Nacional, El País, La Razón, El Mundo) e imparte talleres literarios. Y, queridos lectores, esto no es más que un resumen de la completa vida profesional de Espido Freire quien, además, tiene su propia web oficial en internet donde podéis informaros de su agenda.

ENTREVISTA

Si hay algo que caracteriza a algunas de tus novelas es que cuando acabas de leerlas, la historia cobra un sentido distinto. ¿Cómo puedes conseguir no dar pistas que sugieran el final durante el trayecto de la novela?

Espido Freire: Teniendo siempre en mente que yo soy la autora y no una lectora más. La historia está claramente esbozada antes de comenzar a escribir. De ese modo puedo suministrar la información al ritmo que la novela precise, e incluir los puntos de inflexión o de interés que puedan enloquecer al lector. Eso exige siempre, siempre, un trabajo de comunicación intuitiva con el lector, que sólo se consigue después de romper y encajar varias veces la trama.

Otra de las características, una de las que siempre me quejo (esta es mi confesión) como lectora, es que en ocasiones no pongas nombres propios a los protagonistas… ¿Por qué lo haces?

Espido Freire: Sólo se da en una novela, en Diabulus en musica, de manera intencionada, porque la protagonista y narradora se define únicamente en función de los otros, de modo que es nuestra misión aportar hasta su nombre. Hay otro caso, el de la nena, la hermana pequeña de Natalia, que, como en muchas familias, será la nena hasta que muera. No me parece tanta omisión para cinco novelas.

Entonces son manías mías. Y así debe ser porque a pesar de esto le das importancia a los nombres, sólo hay que verlo en las tres Elsa de «Melocotones helados»…
Espido Freire: Obviamente, un personaje se define de múltiples maneras, y una de ellas es su nombre, los ecos que despierta y las razones por las que se les llamó así. O, haciendo referencia a la pregunta anterior, por qué no se les llama de ninguna manera, se emplea el apodo, o el apellido, o se hace sobre ellos el silencio. Una de las primeras palabras que aprendemos a pronunciar es nuestro nombre, nuestra seña de identidad, que, por otro lado, ni siquiera elegimos nosotros. Como casi nada en la vida.

Creo que tienes la capacidad de pasar muy sutilmente de una historia a otra dentro de una misma novela, teniendo en cuenta que hablas de varios personajes, cuando no pones nombres propios ¿no tienes miedo a que la gente se pierda?
Espido Freire: No. No me preocupa en especial. Si el lector es capaz de relacionar a todas las personas de su clase, de su familia, seguir las aventuras de los famosos en las sagas de las revistas del corazón, o distinguir a un elfo de Tolkien de un hobbit, no veo por qué he de sobreprotegerle y darle mis nombre y mis relaciones mascadas y esquematizadas. Siempre he creído en la inteligencia del lector, y no veo por qué he de cambiar ahora de idea. Además, siempre puede retroceder unas páginas, leer de nuevo y aclarar sus dudas.

Seguimos con los nombres… Es curioso que se te conozca por tus apellidos, poca gente sabe tu nombre de pila ¿cuál es el origen de que se te conozca así?
Espido Freire: No hay ninguna razón en especial. Elegí mis apellidos como seña de pertenencia a un clan, porque son hermosos y con hermoso significado (Espido significa Desnudo, Freire persona libre), y porque creo en la libertad de elegir cómo hemos de ser llamados.

Lucía Etxebarría hizo un guiño a tu persona en «Nosotras que no somos como los demás» ¿cómo reaccionaste al verlo? ¿Lo has hecho tú alguna vez o tenido la idea de hacerla?

Espido Freire: En la universidad, entre mis amigos aficionados a la literatura nos incluíamos una y otra vez en nuestros textos, como personajes, como referencias o guiños, de modo que no me sorprendió demasiado. Y creo que la etapa de los guiños y las bromas ocultas ya pasó para mí.

¿A qué tipo de público están destinadas tus novelas?

Espido Freire: No pienso en un público determinado, sino más bien en un individuo, en un lector imaginario cabal, paciente, al que le guste jugar y perderse en la novela. El sexo, la edad o la condición social me importan muy poco; quiero un interlocutor con el que construir a medias una historia.

Como lectora ¿cuáles son tus escritores/as favoritos?

Espido Freire: Shakespeare encabezaría la lista, y un buen puñado de poetas anónimos que crearon sagas, cantares de gesta y romances. Seguiríamos con poetas y novelistas del XIX, y unas cuantas novelas nórdicas contemporáneas. Soy una lectora de novelas más que autores.

Del 25 de febrero al 12 de marzo de este año, la Plataforma de Mujeres Artistas Contra La Violencia viajará a Palestina. Una de las personas que hará ese viaje eres tú; cuéntanos ¿qué se pretende?

Espido Freire: Por desgracia, y debido a la aparición de mi libro en esas mismas fechas, no puedo acompañarlas a la Plataforma, pero como todas las iniciativas que parten de ella intentan acercar una visión independiente y más mesurada que las que pueden ofrecer los medios de comunicación, o las versiones oficiales. Y, por otro lado, estos viajes, estas protestas, hacen visible una crítica que se encuentra oculta en la sociedad, o silenciada, o quizás poco presente.

Si me permites, ahora que está tan de actualidad y teniendo en cuenta que el tema no es ajeno a nadie, no hace mucho la Conferencia Episcopal aseguró que la violencia doméstica es el trago «amargo» que hay que pasar por haber llegado la revolución sexual. ¿Qué opinas de esto?

Espido Freire: Que cada cual puede manipular los hechos como desee, pero en este caso la Conferencia Episcopal ha sido cruel, conservadora, hipócrita, y muestra una preocupante ignorancia sobre las razones reales del maltrato: una ideología que prima la masculinidad, la agresividad, la posesión y la violencia sobre cualquier otra virtud. No es la independencia femenina, ni siquiera de la libertad sexual la causante del maltrato: el maltratador arremete contra cualquier cosa que le garantice su posición de superioridad: los niños, los mendigos, los inmigrantes, los viejos, las mujeres…

La Conferencia debería reflexionar antes de recomendar a las mujeres paciencia para que nada cambie, a riesgo de pagar con sus vidas la independencia económica. Por otro lado, nadie se plantea la libertad sexual masculina; al parecer, es sólo la femenina la que da problemas.

¿No te gustaría aprovechar la oportunidad -ya que eres una mujer muy leída- de escribir una novela de denuncia?

Espido Freire: No. Para eso tengo mis conferencias y mis ensayos, y mis artículos. La novela es, para mí, otra cosa, y no ha de ser mediatizada por la ideología. Esa es mi opinión, y a ella me atengo.

Sigamos con el resto de tu obra. Además de novelas has escrito un libro titulado «Aland la blanca» ¿Poesía o pensamientos?

Espido Freire: Poesía. Es un largo poema épico, en diez cantos, la gesta de un héroe en busca de su tierra perdida.

También has probado con el ensayo en «Primer amor» ¿con qué no te atreves?

Espido Freire: Hasta ahora, con los guiones. Ni con obras de teatro. Ni con entrevistas, ni con muchas otras cosas. Siempre quedan flecos.

Tu novela «Nos espera la noche», habla de un mundo fantástico, cuéntanos algo más de él.

Espido Freire: No se trata de un mundo fantástico, sino de un espacio fuera del tiempo y del espacio convencional. Parece mentira que un concepto tan sencillo pueda llevar a tantas confusiones. Por otro lado, en España hemos tenido siempre un marcado gusto por el realismo, y todo lo que escape de él recibe etiquetas no siempre afortunadas.

Normalmente hay siempre algo del autor en sus obras, tú te dedicaste a la música antigua en tu adolescencia y en «Diabulus in musica» le dedicas algo más aparte del título. ¿Qué más hay de Espido Freire en tus otras novelas?

Espido Freire: ¿Autobiográfico? Nada. No me gusta ese tipo de literatura basada en el testimonio o en las circunstancias propias del autor. En Diabulus le presté mi experiencia musical a la protagonista, y ahí terminan las coincidencias. Otra cosa es mi visión sobre la vida, o mi gusto particular por algunos temas, mis obsesiones, que aparecen de manera cíclica en las historias, y que cualquier lector puede identificar…

Con «Melocotones helados» te convertiste con sólo 25 años en la ganadora más joven del Premio Planeta de Novela ¿no te dio miedo tanta responsabilidad? Espido Freire: ¿Responsabilidad? ¿Qué responsabilidad? Ni la fama ni la presión es tan grande en un premio literario como se podría imaginar. Y una persona con 25 años es un adulto, de modo que debería saber las consecuencias de sus actos. Yo me presentaba al premio más mediático de la literatura en castellano, con lo que sería absurdo quejarse luego por demasiadas entrevistas, o fotos. Por otro lado, no hay que confundir responsabilidad con posibilidades de trabajo. Ante mí se abrieron muchas opciones, y tras valorarlas decidí marcharme una temporada al extranjero para seguir trabajando y especializarme en talleres literarios. Hace cuatro años y medio y ocho libros desde ese premio, de modo que es una etapa ya pasada.

Me gustaría tocar otro tema, tienes una web oficial y en ella hay un Taller de Literatura, ¿hasta qué punto estás implicada en él?

Espido Freire: En realidad, sólo se informa de que lo imparto. No creo en la eficacia de los talleres a distancia, y en el método pedagógico que empleo el trato es personalizado, en grupos pequeños, con una participación muy activa del alumno, y con una base de lecturas clásicas.

Entre novelas, cuentos, talleres de literatura, web oficial, presentaciones, viajes de apoyo… ¿a qué dedicas el tiempo libre?

Espido Freire: Por suerte, muchos de mis amigos se dedican a temas culturales, y los que no, acaban por engancharse también al cine, al teatro, a los recitales o los montajes a los que voy o en los que tomo parte. Estoy muy vinculada al espacio cultural Nautilus, que vertebra la mayor parte de mis actividades de tiempo libre. Dedico mucho tiempo a la lectura, a mis plantas (desde que vivo en Madrid se acabaron las excursiones al monte), me interesa mucho el diseño y la arquitectura, todo lo que implique moldear el espacio…