Entradas

El viaje de Memorias de África (4)

¿Cómo puede haber pasado el tiempo a tal velocidad? Los días, que se hacen eternos en la espera, se escapan a toda velocidad durante el viaje. La última etapa del viaje #EPVKenia nos había llevado hasta Masái Mara, donde nos hospedamos en un campamento. Situado junto a un punto de agua, con lo que estamos rodeados de los animales se acercan a beber, también en esta ocasión debemos caminar escoltadas cuando cae la noche. El Karen Blixen Camp, con sus duchas al aire libre y su aire colonial, evoca el ambiente de los safaris en los que Karen Blixen, Bror Blixen o Denys Finch-Hatton tomarían parte. Las tiendas, aunque estables, se cierran con cremalleras. Cada uno de los detalles reviven esa época, pero con una voluntad decididamente ecológica. 

En los últimos años de estancia de Karen Blixen en Kenia, tanto su exmarido como su amante estaban entregados a la organización de safaris para las personalidades notables que podían permitírselo. Ambos contaban con un encanto personal a toda prueba, poseían experiencia, contactos, y habían sido educados entre la aristocracia. Parecía una decisión natural el que el Príncipe de Gales escogiera a Denys y a su sombra, Kamau, su criado kikuyu como su guía de caza.

La visita del heredero y su hermano a la colonia en 1928 supuso una auténtica conmoción local, y serios problemas de estatus para Karen: Bror se había casado de nuevo, de manera que ella ya no era la Baronesa Blixen, y no fue invitada a las recepciones de Nairobi, lo que indicaba una muerte social fulminante. Todo el mundo parecía desenvolverse mejor que ella: Bror estaba enamorado, Denys no se comprometía y continuaba con paso decidido hacia proyectos que le alejaban cada vez más de ella, la granja era un agujero negro que amenazaba con sumirla en la ruina, y hasta su protegida Beryl Markham inició un romance con el hermano del Príncipe, el Duque de Gloucester. 

Además, inseguro respecto al éxito del safari real, Denys no tuvo mejor idea que pedirle a Bror que se asociara con él para atender las necesidades del Príncipe y su hermano el Duque, y Karen lo consideró una traición. En viajes sucesivos el Príncipe se aventuró en un safari de dos meses por Kenia, Tanganika (Tanzania), Uganda, Congo y Sudán, combinó la caza y los trofeos con su incipiente afición fotofrágica, a la que se estaban escorando la mayoría de los viajeros, y llegó a cenar en la casa de Karen, que ofreció una pequeña recepción en su honor con una cena de nueve platos. Sin embargo, muy a su pesar, fue excluida de los dos safaris que realizaron. La crisis del 29 comenzaba a expandirse como una mancha de tinta, pero aún no había llegado a África. 

Los safaris con docenas de porteadores habían pasado a la historia. Las tiendas, y las viandas, que, por supuesto, incluían todo tipo de delicatessen, champán y una fuerte carga de bebidas alcohólicas, se transportaban en camiones. Esos cambios preocupaban a los cazadores profesionales, que veían como los animales se alejaban cada vez más de las rutas habituales por el cercado de los campos y por las incursiones de caza. En Masái Mara, por ejemplo, la sábana bullía de tantos animales, tan visibles, que muchos de ellos consideraban un demérito cazar allí. 

Por suerte, hoy en día hablamos de otro tipo de caza de animales. Al alba salimos entre apuestas sobre qué veremos en esa jornada. Lo más peligroso que esgrimimos es un antimosquitos. 

EspidoMasaiMara41

EspidoMasaiMara42

EspidoMasaiMara43

Tendremos mucha suerte: al acecho, sobre una charca, veremos al leopardo, el más huidizo de los felinos. Su precioso pelaje se camufla entre las ramas, mientras pasa las horas, inmóvil, hasta que le entre hambre o vea una presa apetecible. 

EspidoMasaiMara61

Todo lo contrario a su primo el guepardo, que sale literalmente a nuestro encuentro. Acaba de comer, y busca la sombra de los coches para dormirse una siesta. Cuando movemos los todoterrenos, temerosos de estresarlo, el muy sinvergüenza nos sigue para continuar al fresco. Si le hubiéramos dado la menor señal de invitación, se hubiera venido a casa con nosotras. 

EspidoMasaiMara60

EspidoMasaiMara44

EspidoMasaiMara45

Y, por supuesto, los leones. Juguetones, dignos, hermosos, fascinantes a nuestro pesar. No podemos apartar la mirada de ellas y de sus crías. 

EspidoMasaiMara46

EspidoMasaiMara47

EspidoMasaiMara48

EspidoMasaiMara49

EspidoMasaiMara50

EspidoMasaiMara51

Y allí, muy cerca, los reyes del agua: los hipopótamos, tan apacibles en apariencia, tan terrorifícos en los cuentos de la zona. 

EspidoMasaiMara52

EspidoMasaiMara53

Y los cocodrilos, unos seis metros de reptil taimado al alcance de nuestra mano. 

EspidoMasaiMara54

Cuando regreso al campamento pienso en que Karen no deseaba volver a Europa. Pese a que gran parte de los años africanos estuvieron condicionados por el trabajo y la planificación, la escasez de dinero y los sueños rotos aquí encontró el amor, o al menos un sustituto para ello. Realizó varios viajes similares a estos, vio cómo la aviación se generalizaba y la fotografía inmortalizaba cada momento. Vivió en un entorno aún salvaje y virgen, ya perdido para nosotros. El aire cálido, los ruidos nocturnos, incluso el miedo a lo desconocido se convierten en algo deseable. 

EspidoMasaiMara55

EspidoMasaiMara57

Inicié este viaje a la búsqueda de horizontes nuevos y de mentiras viejas, de los mitos que rodeaban este país y a los autores que vivieron una época extraordinariamente creativa y fructífera. Como todos los viajes provechosos, lo que otorga al viajero es diferente y deslumbrante, el desconcierto de una realidad que carece de la grandeza del mito pero que resulta infinitamente más cercana e interesante. 

EspidoMasaiMara58

EspidoMasaiMara59

Ahora ya solo queda regresar a Europa, seguir escribiendo y recordar estas particulares Memorias de África. 

EspidoMasaiMara39

¿Cómo puede haber pasado el tiempo a tanta velocidad? Los días, que se hacen eternos en la espera, se escapan a toda velocidad durante el viaje. Pronto llegará el siguiente, y el siguiente, y antes de que haya parpadeado estaré de regreso en Kenia. Gracias a B the Travel Brand y a Viajes El País por haberlo hecho posible. Gracias a Nika Jiménez por sus fotos, y sobre todo, a las viajeras que me han acompañado en esta ocasión. Ellas han modelado el viaje y sus anécdotas, y han sido magníficas compañeras en esta etapa.