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El Premio Cervantes e Ida Vitale

Había leído muy poco de la obra de Ida Vitale, la prestigiosa autora uruguaya que ha sido premiada con el Cervantes 2018, y ese poco  a raíz de su premio Reina Sofía 2015. Los premios que se otorgan a toda una vida reconocen una labor que a menudo no tiene que ver con el éxito comercial ni la visibilidad en librerías. 

Ida escribe poemas breves, metaliterarios, esencialistas. Estos días muchas personas han leído algunos de ellos, han sabido de su relación con Onetti o con Octavio Paz. El más celebrado ha sido Fortuna, en el que habla del recorrido de la mujer. Podéis leer un puñado de ellos aquí. Yo me quedaría con estos versos de «Mes de Mayo»: 

Escribo, escribo, escribo
y no conduzco a nada, a nadie.

Sea como sea, la lectura de los poemas de Ida Vitale me ha parecido conmovedora, pero más que el mensaje literario y el ejemplo que esta señora menuda, casi centenaria, transmitió en su discurso de aceptación del Premio. Una defensa de la belleza y el poder del lenguaje. Rara, muy rara, su espontaneidad, la de una poeta que se ríe de sí misma y de los otros poetas y de la carrera literaria, incluso. Hace unos años afirmaba «Es elegante decir que los premios no significan nada, pero… ¡Caramba!» 

Como todos los años el 24 de abril coincidimos escritores, antiguos premiados, académicos, críticos, editores e intelectuales bajo la hospitalidad de los Reyes en el Palacio Real para celebrar la vida y obra del premiado. A menudo será la única ocasión que tengamos para conocerlo, por mala suerte, edad o circunstancias. Ha sido un honor coincidir con esta autora extraordinaria, y será un dilatado placer en el tiempo adentrarse en su obra. Porque, como ella dice, «Las palabras son nómadas, y la mala poesía las vuelve sedentarias». 

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Para la comida en el Palacio Real, me decanté por los mismos nombres que para el premio De Pura Cepa. María Barros, que con su rostro angelical y su exquisito gusto podría pasar por una Chanel joven, firma el vestido azul Klein, drapeado y con volúmenes. Los zapatos fueron mis preciosos Magrit de raso rojo, con cristal Swarovski. Se empaparon al llegar al Palacio (de hecho, me metí en un charco hasta el tobillo), pero han superado cosas peores y siguen como el día de su estreno. De Rita Zaid, cuya historia de origen y creatividad os conté en el anterior post y que podéis leer aquí llevé un clutch espectacular en piel dorada, con aplique de granate. Las fotos son de Nika Jiménez.  

Despierta

Para ser la estación predilecta de los poetas, para haber sido cantada, ansiada y representada por artistas durante siglos, resulta curioso constatar que no existe acuerdo sobre qué diosa representa la primavera. Casi todas las mitologías le asignan una mujer, muchas veces joven y hermosa, encargada de devolver la vida a la tierra, pero sus atribuciones varían. 

El mito más conocido es el de Deméter y Perséfone, madre e hija. Démeter, la diosa de la agricultura y la que trae las estaciones, va por libre en la mitología griega, quizás por suponer un eco de una diosa anterior y más abstracta que sus hermanos del Olimpo, o por confundirse con una madre primigenia, como su madre, Rea, y su abuela, Gea. El caso es que su hija, Perséfone, fue raptada por el dios de los Infiernos, Hades. El rapto de doncellas no nos suena a nuevo en la mitología, pero no con la hija de una diosa. Para empeorar el tema, Hades era hermano de Deméter. La madre, desesperada, buscó a su hija por toda la tierra, y descuidó sus labores con la naturaleza. Todo marchitó y murió, mientras Hades se negaba a devolver a la jovencita. Cruce de acusaciones, malas palabras, la crisis entre dioses se agravaba a cada día. Finalmente, se llegó a un pacto; Perséfone pasaría la mitad del año bajo tierra, con su esposo, y la otra mitad en la superficie, junto a su madre. 

De manera que Perséfono, sin ser exactamente la diosa de la primavera, la trae con ella cada vez que abandona su reino. En realidad, como huella de su estancia en los infiernos, se convierte en una diosa bastante oscura y misteriosa, que preside, mano a mano con su madre, los ritos eleusinos. Sus nombres equivalentes en la mitología romana son Ceres y Proserpina

Quizás entonces sea más adecuada como diosa primaveral… 

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Cloris, la diosa de los jardines y de las flores. Y, por asociación, se le ha asignado también la primavera. Casada con el viento más amable, el Céfiro, Cloris nunca envejecía: En Roma, aunque perdió gran parte de su importancia, se le llamaba Flora, y se le dedicaban las fiestas Floriales, a finales de abril, que tenían fama de ser bastante divertidas y muy excesivas. 

Pero cuidado, porque en mayo… 

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… los honores se rendían a la diosa Maya, las mayor de las siete estrellas Pléyades. Maya, que tuvo sus más y sus menos con Zeus (tampoco es algo que nos extrañe) fue la madre de Hermes, y tanto en Grecia como en Roma, (Maia), las festividades del mes de mayo y de la primavera se le dedicaban a esta diosa muy bella y muy tímida. Pero, cuidado… 

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…porque gran parte de las celebraciones primaverales se llevaban a cabo bajo los árboles florecidos, prunos, almendros, manzanos o cerezos, y eso era jurisdicción de Carpo, la diosa de los frutos (hermana de Cloris), que sería llamada Pomona en roma. Aunque sus celebraciones se reservaban para el otoño, era la responsable de que las flores de los árboles dieran jugosos frutos meses más tarde. Pomona era una loca de la botánica que no mostraba demasiado interés en nada, salvo en su trabajo, y que desesperaba a los dioses masculinos, que la cortejaban sin gran éxito. Un poco más al norte… 

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EspidoWildPony4Ostara, o Eostre, regía sobre la primavera entre los germánicos. Pero también se encargaba de la aurora, y del advenimiento de la luz (de su nombre se deriva Easter, periodo de Pascua en inglés). La misión de todas esas diosas, en realidad, es la de ser las que traen algo nuevo, las que despiertan, las que obligan a la tierra, quiera o no, a crecer y a transformarse, a menudo a través de un sacrificio. Otro día hablaremos de Balder, el dios nórdico del Sol del Verano, que debe morir para que el ciclo de la luz y la vida continúe. Y si queréis saber más… 

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… el 26 de mayo organizo un Madrid Mitólogico con B the Travel Brand y Viajes El  País. Un recorrido por Madrid, para descubrir sus secretos con Dioses y mitos en fachadas, estatuas y jardines. Tienes toda la información aquí

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Pese a lo que yo misma creía al llegar a Madrid hace años, en la ciudad es posible encontrar un espacio verde y vivo. Si me sorprendió por la aridez y la invisibilidad de su primavera, comparada con la del norte de donde yo procedía, ahora me es fácil apreciar sus jardines. Estas fotos fueron tomadas en El Retiro por Nika Jiménez a principios de marzo. El mono de satén, con estampado de peonías es de Wild Pony. Se conoce como una de las marcas preferidas para eventos e invitadas, pero casi todas sus prendas permiten una versatilidad que las hace perfectas para el día. 

Para rebajar el impacto de las flores, tan protagonistas en el look, lo combiné con un abrigo liso, de un fucsia intenso, perfecto para entretiempo; cuando lo vi en Mango me encapriché de él. Hay varios abrigos fucsias esta temporada, pero el que yo llevo, el de color más saturado, es éste. Para romper con el toque más romántico, unas botas de estampado de pitón, también de Mango, mucho más cómodas que los salones para un paseo largo en los jardines. 

Los pendientes de nácar y plata fueron un regalo del I.E.S. Beatriz de Suabia de Sevilla, que son siempre amabilísimos conmigo. 

Puro Teatro

Antes de que se convirtieran en lo que ahora son, los Carnavales exponían en público lo que durante el resto del año quedaba para ojo privado: hombres vestidos de mujeres, pobres vestidos de ricos, ricos que salían a las calles para mezclarse con el populacho que evitaban a diario. Era un teatro público de improvisación constante, y unos días que servían para que, atracados de comida y bebida, de desorden y fiesta, se soportaran los yugos impuestos por un poco más de tiempo. Cumplieron esa función de manera eficiente durante años, y, en cierta medida, lo siguen haciendo. 

Comenzaba después la Cuaresma, y eso significaba que todo otro desahogo pasaba a la zona oscura de la sociedad. Los excesos ocurrían en los cabarets de cortinas de terciopelo, en las horas de la noche, bajo secretos, con claves de entrada y en el borde mismo de la delincuencia. Una vida miserable, muchas veces, pero tanto más idealizada cuanto más estricta y más puritana fuera la sociedad que la rodeaba. Más denigrada, también. 

De la misma manera en que cada Carnaval contaba con su manera de divertirse (el erotismo, la sátira, el ocultamiento de identidad, la realidad esterizada) también cada país contaba con una manera diferente de dar salida a sus carencias: a veces los cabarets eran lugares para reírse de la diferencia de sexos, y otra, para parodiar a los poderosos. En otros sitios se bebía, sobre todo, en algunos las mujeres no podían entrar y en otros suponían la atracción principal. El teatro, con su telón y sus papeles, ha cumplido con todo lo que de él se esperaba. Crítica y reflexión, tragedia y comedia, y un constante convertirse en otro. En otra. En otros. 

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El vestido de Anonyme Designers es el Serena Long Dress, que pronto repondrán. De momento, tenéis este otro modelo muy similar, pero corto. Los zapatos son de Paco Gil. Las fotos fueron tomadas por Nika Jiménez en el piso superior de la Sala Equis.

Intimidad

Cuando estaba escribiendo Llamadme Alejandra, la novela con la que gané el Premio Azorín 2017, encontré que la documentación pública sobre ellos era muy extensa, pero la privada no se quedaba atrás. Cartas, diarios y declaraciones de los supervivientes me permitían acceder a las ideas y la mentalidad de esta familia muy observada y poco entendida. Y una clave de toda la novela pasaba por comprender la preocupación de la zarina por que nadie vulnerara su intimidad.

Quien haya visitado los fastuosos palacios de San Petersburgo sabrá que las dimensiones y el protocolo estaban pensados para empequeñecer al individuo y ensalzar a los zares. Pero Alejandra, tímida hasta lo patológico, rehuía la compañía incluso en sus alojamientos privados. Todos los que no fueran su marido, sus hijos y unos amigos contados (a menudo no muy bien escogidos) le sobraban. 

Esa reivindicación de la privacidad resulta poco entendida en según qué círculos incluso ahora: la familia extensa y la sociedad protegen, pero también anulan la individualidad. Preservan de la soledad y sirven como un eje social, pero también controlan y censuran toda desviación de sus propias normas. Quien haya querido imponer su voluntad en una nueva familia y se haya encontrado con un silencio gélido o el vacío entenderá lo extraña que resultaba la necesidad de intimidad de la zarina a finales del siglo XIX. La corte esperaba de ella que se mostrara, que repartiera regalos y privilegios, que se exhibiera en su esplendor y, si podía, que diera algún escándalo. 

Mientras tanto Alejandra prefería mantenerse alejada, vestir de manera sencilla (fue criticada por sus gustos un poco burgueses) y entregarse a una cierta tristeza que le era natural por carácter. Con los años, sería criticada por entrometerse en el gobierno, por su amistad con Rasputín y prácticamente por cualquier movimiento. Desconocían el dolor y la angustia por la enfermedad de su hijo, su creciente neurosis y miedo al futuro y toda esa parte íntima que les hubiera permitido comprenderla o al menos entender un poco mejor su comportamiento. 

Quien haya tenido la experiencia de vestirse de novia podrá entender, al menos por un día, otro punto importante de las mujeres de esta época: la falta de movilidad (pese a que Alejandra no era amiga del corsé), la necesidad de al menos dos personas para vestirse, para peinarse, la presencia constante de extraños en sus espacios más privados. La obligación de mostrarse siempre impecable, de dar una lección moral y de estatus. La dificultad para cuestiones que damos por sentadas en la actualidad, como ir al baño, correr o subir unas escaleras. 

La belleza de esas prendas nos reconcilia con esas limitaciones: pero lo cierto es que Alejandra mostraba muy poco interés por la moda o la ropa. Era muy hermosa, alta, y un maniquí perfecto, pero fue su hermana Elizabeth la que destacó por su elegancia. Mucho más espiritual e insatisfecha, Alejandra de Rusia, Alix de Hesse, decía de corazón que hubiera cambiado de buena gana el lujo y el esplendor que le rodeaba por una vida familiar, sencilla y anónima. 

Y después de un día envuelta en tules, en joyas y en exquisitas estancias, es un poco más sencillo comprenderla. 

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En esta sesión, los créditos son algo más largos de lo habitual: las fotografías son de Aleksandra Kawalec, y el vestido de Laura Escribano Atelier. En este caso es el vestido Charlotte, con encajes antiguos en 3D y rebrodé montados sobre tul de algodón. Conocí la labor de Laura por pura casualidad, en su instagram, y me encantó su sentido de la belleza y la manera originalísima en la que empleaba tejidos antiguos, algunos de ellos de más de cien años, para vestir a sus muy especiales novias. Las joyas son de la siempre exquisita Verdeagua Style. El calzado es el modelo Makika, de Clara Rosón, maquillaje de Cristina Lobato, y peluquería de Goya Asenjo. finalmente, el making off es de Artesanos al detalle

Sin prisa

Quería hoy hablaros de los temas en los que pienso durante los últimas semanas: el ritmo y la prisa, sobre todo. Paradójicamente, estos días es la prisa la que me puede, y me limitaré a algunos apuntes: cómo un paso de cebra es la metáfora diaria y cotidiana de que debemos mirar antes de cualquier decisión sea tomada. Cómo los muros de ladrillo solo nos protegen hasta que nos atrapan, y es entonces cuando conviene atravesarlos, derruirlos o derribarlos. 

Quería hoy hablar de cómo para engañar al invierno basta vestirse un poco de verano, y cómo el amarillo, con su cuchillo de claridad, lo ilumina todo. De esa frase tan veraz de Leonard Cohen que indica: Hay una grieta en todo: así es como entra la luz

Quería hablar de la belleza de la geometría (las rayas, los cuadros, las líneas apiladas, los triángulos) y de cómo calma ese orden en un mundo caótico. Quería tratar muchas cosas, hoy, pero será otro día; un libro espera, con su exigente aliento sobre la nuca. Otro día vendrá, otros momentos para hablar y leer. Sin prisa. 

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Las prendas de ropa que llevo hoy son de Mango, tanto la falda azul de estampado sedoso, como el top negro de terciopelo y encaje y la americana. Los pendientes y el colgante geométrico de plata y cristal son de la talentosa joyera Vickowski, Los salones con estampado de limones son de Paco Gil. El bolso es vintage, Las fotos las tomó Nika Jiménez en Madrid.

Premios Mujer Hoy

La fiesta estelar de esta semana, con permiso de la Gala de los Goya fue la de Mujer Hoy.  La revista cumple veinte años, y los premios que entrega a un puñado de mujeres relevantes, y a un hombre que destaque por el apoyo a la paridad han llegado ya a su décima edición. En la actualidad, Lady Macbeth, mi gatita la pequeña, y yo, escribimos en la revista de papel, en la sección Si yo hubiera estado allí, pero a lo largo de todo este tiempo han sido muchas las ocasiones en las que he colaborado en ella y la siento muy propia. 

Este año el premiado era Ignacio Mariscal, de Reale Seguros. Las homenajeadas fueron Noemí Galera, productora de televisión; Inma Cuesta, actriz; Almudena Alberca, enóloga; y mi querida Mabel Lozano, directora de cine. Mabel fue profesora en el curso de verano de la UPV que dirigí en San Sebastián el pasado verano, donde hablábamos de la figura de la mujer en la ficción, y su pasión y su coraje resultan contagiosos. 

Mabel defiende que un mundo en equidad es posible, y ella utiliza el cine para aportar lo que cree conveniente. En su corto El proxeneta, paso corto, mala leche, fija la mirada en algo que nadie desea ver: la explotación de las mujeres víctimas de trata, un tema que le obsesiona, y del que me habló hace ya más de quince años, cuando nadie se atrevía a cuestionar la prostitución ni la violencia hacia las mujeres prostituidas. La desigualdad, afirma, genera violencia. El techo de cristal debe ser hecho pedazos. Y por mucho que le duela, se considera incapaz de abordar temas que no le generen esa indignación frente a la injusticia. 

Otras frases que deberían quedar en nuestra memoria las pronunciaron Almudena (Nunca se acaba de aprender. Hay que continuar aprendiendo), Noemí, (La televisión la hacemos las mujeres, pero las cadenas las dirigen los hombres), e Inma (Es difícil ser consecuente con lo que crees, haces y dices. La clave para todo es la honestidad). Todas destacaron el peso que había tenido en sus vidas la influencia de otras mujeres. Y, por supuesto, Charo Carrera, la directora de Mujer Hoy, habló de la importancia del trabajo en equipo,  y la ministra de Educación, Isabel Celáa, insistió en la  pasión con la que las mujeres trabajan, y la necesidad de darles visibilidad.

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El Casino de Madrid olía a eucalipto y a flores, y la decoración con ramas y hortensias de color intenso era exquisita. 

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Paseo ante los fotógrafos… 

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La última foto del photocall fue sacada por Paco Santos

Siempre es bonito que entre tantas mujeres que son ejemplo por su hermosura, su elegancia y su carisma se acuerden de ti. MujerHoy tuvo la amabilidad de destacarme entre las tendencias de belleza, con lo cual muy mal no debía ir. 

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Y por último, una preciosa foto de TVpress.

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Para esa noche vestí de The 2nd skin.co, con un vestido negro de la colección icónica Soul. Rompe su línea muy sencilla un escote vertiginoso y los ribetes en strass. Lo combiné con unos zapatos de Lodi customizados. Si no se indica lo contrario, las fotos las tomó Nika Jiménez en el Casino de Madrid.  

De dónde vengo, a dónde voy.

Todos los artistas que alguna vez me han interesado han invertido gran parte de su tiempo en plantearse no solo quiénes son, sino cómo experimentan  cambios a lo largo del tiempo. Quizás por eso siempre me he sentido más cercana a los individuos que a los grupos o a los colectivos, donde me parece imposible encontrar un consenso identitario. Soy una escritora sin generación, una vasca sin cuadrilla. 

Así, he sentido debilidad por quienes debían estudiarse por etapas más que por características, por quienes cubrían áreas amplias en perjuicio de especializarse. Desde un Shakespeare capaz de saltar de la comedia a la tragedia, a un Lope de Vega en plena manía, un Picasso cuya evolución resulta mareante o una Margaret Atwood poeta, novelista y visionaria, o una Ana María Matute que irrumpió con Olvidado Rey Gudú cuando se había decidido que era inequívocamente realista. Un Bowie o un Bunbury, un Leonard Cohen o un Franco Battiatto o, aunque no me apasione tanto, Lady Gaga. Tilda Swinton o Helena Bonhan-Carter. 

Hay mucho valor en el atrevimiento de iniciar algo que se desvíe de lo ya esperado, un desprecio por el sonrojo que producen las antiguas fotografías, o los trabajos de los que nos desprendemos como de camisas de serpientes. La insatisfacción es un reconocimiento explícito al constante cambio en el que nos encontramos, un pulso  a la vejez y la estabilidad. Si, como Punset repetía hasta la extenuación, lo único seguro en la vida humana es el cambio y a la vez, es lo que más temor le inspira, las preguntas que aseguran un avance artístico son las esenciales. 

Pero el cambio se resiste a las etiquetas, y el éxito se basa hoy en día en resúmenes previsibles, en saber de antemano qué se consume, en leer aquello que nos da la razón y en una evasión inmediata. Eso ocurre en lo más sencillo y básico, en el consumo inmediato, pero se extiende también a lo que debería proteger el pensamiento: la política, la literatura, el periodismo. No hay espacios grises, no hay matices. Blanco, negro, la nada. Una línea recta de pensamiento que se pierde en el infinito, sin cambios ni alteraciones. 

Cada cierto tiempo noto que la piel se me ha quedado pequeña. Es una sensación desagradable al principio, y muy inquietante después. Lo que antes me satisfacía ya no basta, yo misma no me reconozco en lo que antes me producía alegría. Salgo a caminar y descubro detalles nuevos en las calles que conozco, como si hubiera atravesado un nivel superior del juego. Deja de interesarme lo que antes me parecía importante, y aunque tengo confianza en que vendrá algo nuevo no sé qué llegará, ni cuándo. 

En esos momentos leo a quienes sé que experimentaron procesos parecidos, escucho su música, intento encontrar espejos en la nada. Nos sobran los genios para darnos ejemplo; Orson Welles y Scorsese, Von Tries o Francis Picabia. Ferrán Adriá.  Intento tener paciencia, aprendo, una vez más, una lección de humildad ante todo lo que no sé y todo aquello que nunca sabré. Confío en que pasará, como otras veces, y que mi intuición tiene algo que decir, aunque sean balbuceos. El hielo frágil da miedo. Cuando estoy a punto de dar un salto nuevo y arriesgado sé que hay vuelta atrás, claro, siempre, la hay; pero poco aprenderé de ese retroceso. Imagino que entenderéis mejor por qué hablo de esto cuando aparezca mi próximo libro en unos meses: pero quizás sirva de algo a alquien leerlo ahora. 

Al menos, a mí me sirve escribirlo. 

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Ya me habéis visto el bolso de bambú de Salvador Bachiller, pero continuará siendo un básico durante los siguientes meses. No lo veo en la web, pero sin duda lo repondrán de cara al buen tiempo. La falda negra es de Mango, como la chaqueta. A mi entender, las chaquetas blancas con absolutamente traicioneras, porque crean un efecto óptico de ensanchar y acortar, a diferencia de los abrigos, que al menos, no achatan la figura. Pero son preciosas, y la tendencia oversize actual da mucho juego. Hay que tomarse, eso sí, un poco de tiempo para comprobar cuál es la más favorecedora. 

Rompo esa monotonía bicolor con una blusa estampada, color caldera, de Anonyme Designers. He descubierto hace poco esta marca, y me encanta la calidad de los tejijdos, y el patronaje, muy preciso. La blusa es de las llamadas bow neck, las de lazo de toda la vida. No permite mucha alegría en collares, pero casa muy bien con los pendientes de Uno de 50 en forma de pluma de la colección Phases of Love. Los zapatos son el modelo Nieves de Tine-Tess, una firma española que sigue mantiendo gran parte del proceso artesanal (y se nota). La gargantilla de plata la compré en Noruega hace casi 20 años, pero llevo aún una prenda más antigua: un cinturón de ante con dibujos tribales que se remonta a 1989, cuando estaba en el instituto…  Viejo, nuevo. lo que descubro, lo que fui. Las fotos las sacó Nika Jiménez en la calle Serrano de Madrid

Nuevos propósitos, hoja en blanco

En realidad, pensaba dedicar este texto  de Año Nuevo a algo mucho más metafórico, a una página en blanco, pero dado que en mi cuenta de Instagram me habeis pedido hace unos días que me extienda más sobre cómo organizo mis propósitos, éste es un espacio idóneo para ello: una charla entre amigos en la que os cuento qué me funciona y cómo lo planifico. 

Todo comenzó hace ya años; había obtenido muchos de mis sueños de adolescente, pero mi técnica habitual (pasión, cabezonería y atención intermitente) no bastaban para conseguir otros. Mes tras mes, verano tras verano, propósitos que me gustaban, me convenían o necesitaba para avanzar se me escurrían. Como creadora, como autónoma y por mi carácter necesitaba una buena planificación vital y laboral. ¿Cómo podía mejorar aquello? Desde entonces he refinado una técnica útil que me encantaría que os sirviera como apoyo. 

Necesitais algo de tiempo, seriedad, y ponerlo por escrito. Una libreta, un archivo de ordenador, una pared con post-its… algo que puedas revisar y modificar. A mí me basta una sencilla tabla de Word o Excel  en la que añado, borro y marco en colores mis objetivos, pero podéis ser todo lo creativos que queráis. Comenzamos

A- Analiza tu carácter.
-Distingue cómo te gustaría ser y cómo te han dicho toda la vida que eres de cómo realmente eres hoy en día. Sé sincero y objetivo.

-Diferencia tu carácter de tus hábitos. Puedes cambiar y adaptar qué haces, pero resulta muy difícil modificar tu carácter.

-Yo, p.e. soy creativa y curiosa, y tengo mucha energía al inicio de algo nuevo. También pierdo interés rápidamente, abro demasiados frentes y prefiero trabajar sola. Los propósitos que encajen con mi carácter me resultarán más sencillos y gratificantes. Los que desafíen mi forma de ser requerirán más esfuerzo y supervisión. Tengo claro que decirme A partir de ahora todos los dias haré X (algo que no me gusta pero me conviene) está condenado al fracaso.

B.- Haz tu listado. 

-¿Qué quieres conseguir este año? No hay límite de propósitos, pero te animo a que sean numerosos, concretos y precisos. Yo me he fijado hace tiempo 50 al año, más o menos uno por semana, porque es un número redondo, ambicioso, y me aburro si no tengo algo que hacer, pero fija los que te apetezcan. 

-Numerosos: los propósitos muy vagos no suelen cumplirse. Si tienes uno general como Quiero mejorar mi autoestima, dedícale un poco más de esfuerzo y piensa qué te ayudará a ello. ¿Decirte cada día algo bonito? ¿Perder un exceso de peso? ¿Retomar tus estudios universitarios? Eso divide el propósito en tres más sencillos de abordar y de desmenuzar.

Concretos– Divídelos en áreas. Así puedes ver a qué dedicas demasiada atención o muy poca, y cubrir aspectos distintos. Las áreas principales de la vida son: 

Salud, economía, mente, espíritu, profesión, familia y social. 

Quienes conozcáis el fengshui quizás las dividáis en 9: 

Salud y familia, riqueza y prosperidad, reconocimiento y fama, relaciones y amor, hijos y creatividad, amigos, protectores y viajes, trabajo y carrera, saber y conocimiento y equilibrio.

Yo lo hago en: Salud física, salud mental, proyectos profesionales, literarios, económicos, emocionales, casa, y otros. Otros es mi cajón de sastre, caprichos, o propósitos que no sé muy bien dónde encajan.

Precisos– Define bien qué deseas, y elabora un pequeño plan de acción. Con cada propósito, plantéate cómo lo vas a hacer y quién puede ayudarte. 

P. e: dentro de Saber y conocimiento, puedes plantearte iniciar algo nuevo, como un curso de cocina japonesa. Define los pasos: 

-Busco el curso. Comparo precios. Me matriculo. Hablo con alguien para que recoja a los niños todos los martes. 

-C.- Sé realista. 

-Si has llegado hasta aquí asomarán otros conceptos que te habrán impedido hasta ahora conseguir esos propósitos, además de tu carácter: el tiempo y el dinero. Inclúyelos en tu lista. 

Decirte algo bonito todos los días es rápido y gratis; se trata de modificar un hábito. 

Perder peso supone más reflexión. No es lo mismo perder 3 kilos que 20, hacerlo por primera vez que acumular un historial de oscilaciones, o haber pasado por un trastorno de la alimentación. Si uno de tus propósitos afecta a tu salud, una adicción, una enfermedad mental, o una alteración radical de tu vida, deberías pedir ayuda profesional, y eso supone dedicarle tiempo, y quizás dinero. También demanda energía y esfuerzo, y deberías darle prioridad. A su vez, muchos de los otros propósitos podrían girar en torno a él y ayudarte a conseguirlo: un curso de cocina saludable, salir a caminar, alejarte de ciertas amistades, desayunar siempre en casa… 

Retomar tus estudios universitarios implica a su vez un gran cambio vital. Mide qué tiempo te supondría y a qué deberás renunciar, si tendrás apoyo en tu entorno o debes enfrentarte a ello solo, si puedes pedir una beca…  Como el propósito anterior, no es algo que se consiga de un día para otro, pero los efectos sobre lo que persigue (mejorar tu autoestima) son permanentes y la recompensa será muy grande. 

Fragmenta aquello que te queda grande: conseguir algo de lo que te propones es más eficaz que una mentalidad en blanco y negro (si no puedo conseguirlo todo, ni lo intento). P. e, yo ardía en deseos de reformar toda mi casa, pero me exigiría demasiado tiempo y dinero, buscar un alquiler, mover a las gatitas… por lo tanto, estoy abordando poco a poco el cambio. Sustituir un armario y pintar una habitación es menos emocionante, pero resulta más sensato, asequible y me permitirá, con tiempo, el mismo resultado. Además, me ayuda a educar la constancia y la paciencia, dos de mis puntos débiles. 

Alterna proyectos a corto, medio y largo plazo. Algunos, como un viaje, se consiguen de una vez. Otros, como los buenos hábitos, requieren de mayor disciplina. Hay personas más decididas o más constantes, otras que preferís planificar mucho y os cuesta la acción y otras más impulsivas que actuáis sin pensar en las consecuencias. Es una buena idea que alternes proyectos más afines a ti y otros que te requieran más sacrificio. 

D.- Revisa y supervisa.

Una vez que tengas listados y planificados tus propósitos, revísalos de manera regular. Yo suelo hacerlo cada semana, porque eso corrige mi falta de constancia. Planifico y tacho lo que he logrado en cada objetivo, lo siento en mi mano, marco plazos…

Por ejemplo, en temas de ahorro: si te propones ahorrar al menos 20 euros al mes, mara cada día 1 cuánto has metido en la hucha. Enero, 20 euros. Febrero, 25. Marzo, gané la bonoloto, 100. O si quieres dejar de fumar, en enero voy al médico y abandono el hábito. Febrero, sigo con los parches de nicotina. Marzo, continúo sin fumar…

Esos plazos son importantes, porque el tiempo se escapa muy rápidamente, y hay mil excusas para retrasar lo que no nos gratifica inmediatamente. También me permite ver si no he sido realista cuando los he planteado, o si he perdido interés en uno de ellos. 

Por norma general, en mi cumpleaños, en julio, compruebo a fondo qué tal voy, si algunos propósitos se han cumplido ya, o si van a ser imposibles ese año. O, sencillamente, si ya no lo deseo. Reformulo la lista ligeramente y sigo. 

E.- Trucos que a veces funcionan (y otras no).

-Al principio marcaba en rojo, amarillo y verde la prioridad de mis propósitos. Con el tiempo, he comprobado que se ordenan solos. Ahora comienzo a pensar en ellos en noviembre, y hago el listado poco a poco. A veces me faltan dos o tres a 1 de enero, pero 47 propósitos son tan buenos como 50. También veo que mantengo muchos propósitos del año anterior, lo cual no es muy excitante, pero me indica que son proyectos sólidos y que deseo mantenerlos. 

-Algunos sistemas aconsejan contarle esos planes a vuestro entorno, para conseguir más refuerzo y no arrepentirse. Valorad vuestro entorno y si tenéis un buen grupo de apoyo en ellos. Para mucha gente funciona que se forme un grupo de deporte, aficiones, salidas, estudios… que os animen y acompañen. A mí nunca me ha sido útil, y me ha resultado muy embarazoso dar explicaciones porque, invariablemente, no lo conseguía. El compromiso debe ser conmigo, y la presión social no me afecta demasiado. 

-Otros recomiendan premiaros cada cierto tiempo si conseguís un objetivo. Yo lo probé con libros y con ropa, pero me di cuenta de que hacía trampa: me buscaba excusas para comprarme ese libro, cumpliera la meta o no, porque de verdad lo necesitaba o porque esa falda se iba a agotar. Ahora, lograr mi objetivo es la recompensa en sí misma. 

-A otros les funciona castigarse si no lo cumplen. Cancelar una salida, o una cena familiar, no comprarse algo o incluso donar dinero a una causa que odieis (hay aplicaciones, como Stikk, que permiten eso). A mí es una idea que me horroriza, pero esto tiene mucho que ver con la educación que habéis recibido sobre el premio/castigo. 

-Sed creativos. Si os estancáis con el mismo propósito una y otra vez, hay que revisar qué repetís sin resultado. Hay que formularlo de otra manera, y comenzarlo por otro lado. El problema puede ser el proceso, no el fin. 

Visualizar está muy bien, pero han sido muy pocas las cosas que me han llegado con la simple visualización o deseándolo intensamente. Mis propósitos de Año Nuevo no son una carta de deseos formulados al viento, sino un proyecto vital más amplio y más consecuente. 

-Y, por último, flexibilidad. A veces las circunstancias cambian, a veces la vida se altera, para bien o para mal. Uno de mis propósitos siempre es Aprendo a no exigirme demasiado. Sé que no lo cumpliré nunca por completo, pero es un objetivo que no quiero perder de vista, algo de lo que aprender y que me recuerda que el propósito de este listado es una vida más feliz y más rica, y no la satisfacción superficial y neurótica de conseguir todo lo que me proponga. Os dejo con algunos ejemplos de ese tipo.

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Digo NO sin añadir explicaciones.

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Simplifico: no hago más de lo que puedo hacer, no me cargo de trabajo, no acumulo.

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Cultivo mi intuición, y la escucho en lugar de negarla. 

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Finalizo con mi afán de salvar a la gente. 

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Me comporto como quien soy, y no como a los otros les me gustaría que fuera.

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Las fotos fueron tomadas por Nika Jiménez en Madrid, Yo llevo abrigo blanco de Mango de la línea Committed, que apuesta por la moda sostenible, confeccionado con lana reciclada, con salones rojos de Cristina Valdivieso

Lejana y sola.

Las calles de las ciudades tienen otro aspecto cuando se pasea sola. No cuando se va de un lado a otro, con prisa y un objetivo, el trabajo, una cita, unas compras, sino cuando se deambula sin prisa y sin más. Todo desalienta a que una mujer haga algo parecido: el pánico a la soledad que se nos ha inoculado desde pequeños -un individuo es siempre más difícil de manipular, más contradictorio y más crítico-; el miedo a la intimidación física, cuando no a la agresión; la sensación de que no es lo correcto, o de que seremos detectadas o intimidadas.

La relación entre las mujeres y gran parte de los espacios público se lleva a cabo a hurtadillas, a toda velocidad, y, muchas veces, porque no queda más remedio. 

Muchas mujeres desconocen la sensación de felicidad que supone un rato de soledad fuera de su propia casa. Algunas, genuinamente, no pueden sentirlo porque se sienten observadas, inadecuadas o ridículas si están solas. Ir sola de compras, o al cine, o a dar un paseo, a un museo o una exposición, a un parque a leer o a tejer, a tomarse un café o un vino. Nada de esto está prohibido, ni siquiera particularmente mal visto: la mayor parte de esas actividades ni siquiera son peligrosas, pero nunca se alientan. Chicas en grupo, chicas en pareja, amigas, clase, pandilla. No se sabe dónde comienza la percepción real de que algo puede ocurrirles y dónde el muy eficaz control social. Dónde la voluntad y dónde aquello que nos han dicho que debemos sentir. 

Hay redes sociales que favorecen la soledad, y otras que precisan de otros agentes. Las centradas en la palabra tiene que ver con el ingenio individual y el deseo de imponer una opinión a otras. Las que giran en torno a la imagen exigen casi siempre al menos otra persona para tomarlas. Imagenes de diversión o de gamberradas, de parejas idílicas o de amigas sin un roce.

En las otras, las que involucran un espejo o una comida a solas, un paisaje que abruma con su belleza, o una fotografía de indumentaria, planea una sospecha de narcisismo. El ocio y la mujer, la soledad saboreada y la mujer, el poder, en definitiva, de la mujer en solitario, desprovista de apellidos, pareja, o influencias, es otra de las sutiles barreras que aún delimitan el amplio terreno de la libertad. 

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Las calles de Córdoba, como las de muchas otras ciudades, se encuentran cubiertas por un diabólico empedrado que desalienta cualquier zapato de tacón o de suela fina. Años de práctica me han llevado a desarrollar un sistema propio de navegación y de previsión de daños según camino, una habilidad que comparto con muchas otras mujeres y que nos permite ver el suelo como un elemento tridimensional, más que como un plano. Sea como sea, los zapatos son de Sacha London. El vestido de un precioso terciopelo devorado, en tonos azules y granates, lleva la etiqueta de La Fée Maraboutée. El bolso de terciopelo pertenece a mi colección, y tiene los suficientes años como para haberse puesto de moda de nuevo. Las fotos fueron tomadas por Nika Jiménez en la Judería de Córdoba

Mujeres secretas

El Consejo Europeo ha destinado una suma importante, un millón y medio de euros, para que la investigadora  española Carme Font, profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona, analice y rescate la huella de las mujeres entre el siglo XV y XVII. Esa ayuda se destinará a un grupo de investigadoras que podrán así recorrer al menos durante cinco años archivos, bibliotecas y legados europeos, y que por lo tanto, los revitalizarán y conservarán.

La noticia no pasaría de ahí, de una inyección económica y de energía a la Universidad, si no fuera porque el proyecto es mucho más ambicioso: intenta cubrir el hueco de pensamiento y de palabras femeninas que se da en esa época, un momento crucial para la consolidación de la historia de Europa. Un porcentaje de mujeres, no muchas del total de la población, escribían anotaciones personales, muchas cartas, poemas o diarios. De los que se conservan, muchos se han descartado por la tradición literaria o filosófica porque sus temas se consideraban irrelevantes, o su estilo presentaba carencias. 

Eso no solo ha llevado a silenciar las vidas y las experiencias de las mujeres, en particular de las que no pertenecían a familias prominentes o no fueran consortes de hombres conocidos, sino que ha sesgado qué se creía transcendental y qué banal. La sexualidad de las mujeres y sus experiencias se han narrado desde la perspectiva masculina. Lo mismo ha ocurrido con sus vidas, sus anhelos o dudas. Salvo las veces en las que sus hijos varones reconocieron la influencia de sus madres, la huella femenina ha quedado en el silencio y la oscuridad. 

El equipo de Font planteará una relectura de la historia más amplia y flexible, en la que exista hueco para lo no narrado, y en la que la visión del mundo, hasta ahora masculina, se complete con la femenina. Hombre y mujeres tendemos a valorar como importante o superficial lo que hemos situado en una escala invisible, pero bien definida, en la que las aficiones, intereses o problemas femeninos se deslizan hacia las capas más bajas. 

En el congreso sobre Voces Femeninas al que asistí hace tres años en Nueva Delhi me mostraron un proyecto similar, que intentaba conservar las voces y las historias de las mujeres hindúes ancianas, muchas de ellas analfabetas, que narraban leyendas, recetas, vivencias o historias familiares. Sin la tecnología, esa tradición oral parecía condenada a desaparecer, y con ellas, la presencia durante generaciones de esas mujeres de las que no quedaba nada, ni el nombre, ni siquiera el apellido, perdido al casarse. 

En eso pensaba el otro día, cuando, a la salida de un encuentro de Mujeres Empresarias, caminaba por la impresionante Mezquita de Córdoba. Cuándo han callado esas mujeres anónimas, qué poco queda de ellas, qué poco sabemos de sus ansias o de su miedo, qué poco nos han dejado las que hace un siglo, cuatro, seis, caminaban ante las mismas puertas que ahora recorro…

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En este caso, todo el look, menos  el cinturón de lunares, que lleva años en mi armario, es de Mango. El vestido camisero negro, de satén, se encuentra aquí. El bolsito de abalorios transparentes, precioso, sirve además como arma de defensa personar, por su peso y contundencia. Los zapatos grises, con estampado de pitón, son estos. Las fotos fueron tomadas por Nika Jiménez en el patio de la Mezquita-Catedral de Córdoba.