Una razón para vivir
De la película Una razón para vivir, dirigida por Andy Serkis, se ha dicho que destaca por sus preciosas imágenes, que convierten una dura historia real (de un día para otro un joven activo y recién casado, Andrew Garfield, se ve paralizado de cuello para abajo por el virus de la polio) en una lección de optimismo y vitalidad. También que resulta excesivamente sentimental, y que eso le resta cierta grandeza. Estoy de acuerdo con ambas afirmaciones.
Sin embargo, cuando la vi durante la Madrid Premiere Week, sentí que era un recordatorio para apreciar de nuevo algo que se me escapa y se me olvida una y otra vez: la importancia del presente, del disfrute de cada instante, sea o no perfecto, sea o no como lo habíamos imaginado.
El frío o el calor, la calle mojada porque acaban de regarla, con hojarasca y papeles. Pero por encima de nuestra cabeza, los árboles que reflejan la luz dorada en sus ramas rojas. El paso del tiempo que nos acerca a una cita, o la sensación extraña mientras se lleva a cabo. Lo inesperado. Lo previsible. El pequeño sobresalto de un contratiempo, la angustia que trepa por la garganta y que luego desciende, como la marea baja, cuando ha pasado. La fuerza que da la tozudez, el cariño o la rabia. O la inercia. No siempre existe algo grande, más poderoso que nosotros. Muy a menuda, las razones para vivir se agazapa en otros, en ver crecer a un niño o finalizar una venganza. No siempre es una causa noble. Tampoco nosotros nos comportamos con nobleza a cada momento. No importa demasiado. Quien resiste gana. Al menos por un momento más, gana.
El vestido que llevé a la Premiere era un modelo de la colección Tabancos de The 2nd SkinCo. con la manga muy trabajada y cintura algo alta, en gazaar de seda y algodón azul muy pálido, que ajusté con una cinta de raso negro. Lo combiné con pendientes de Verdeagua Style, de dos pares diferentes, un Turando y el otro de Katia. Los zapatos son unos negros básicos de Unisa, y el bolsito es mío, un vintage con cuentas de vidrio, muy pesado aunque sea tan pequeño. Las fotos son de Nika Jiménez.