Los zapatos soñados
El placer de hacerse un vestido o un traje a medida ha quedado al alcance de unos pocos, o de ocasiones muy limitadas; y no digamos ya la oportunidad de hacernos unos zapatos exactamente a nuestro gusto. El prêt-à-porter y la producción masiva han logrado que nuestros armarios sean mucho más divertidos, y más democráticos, pero la diferencia con una prenda hecha a medida o bien ajustada es tan abismal que casi hablamos de mundos distintos.
No hay cosa que me devuelva a mi infancia con mayor rapidez que participar en el diseño de una prenda. Me veo de nuevo junto a mi madre, que era modista, con sus patrones, las telas escogidas y la intuición de qué deseaba su clienta antes incluso de que ella lo supiera. A veces esa diminuta clienta era yo, y aunque no le quedaba más remedio que limitar un poco mi fantasía, me acostumbré a que cualquier cosa que deseara pudiera hacerse: y no hablo únicamente de la ropa.
Por eso cuando Lodi me ofreció la posibilidad de personalizar algo que despierta tantos deseos y tantos caprichos como unos zapatos supe que me esperaba una mañana de diversión y de fantasía.
Para quien nunca ha tenido la oportunidad de ver cómo se diseña un zapato, las opciones pueden resultan un poco desconcertantes. La forma, primera, y luego el tacón. ¿Qué forma? ¿Qué altura? Los catálogos de acabados y texturas desconciertan a veces más de lo que resuelven. Si además pueden combinarse da la sensación de que hay tanto por elegir que resulta imposible elegir lo mejor.
Con el tiempo, como le contaba a Miryam Pintado, de Gallery Gallery Room, mi gusto ha cambiado, y desde que cumplí los cuarenta el proceso se ha acelerado aún más. Formas mucho más sencillas, menos complementos y con mayor protagonismo, y un atrevimiento mayor, pero reducido a colores y estampados. Me temo que sigo sin ser discreta, y que en mi manera de vestir hay siempre un toque teatral que a saber de quién he heredado. Me hubiera gustado saber cómo hubieran sido mis zapatos hace cinco años, pero ya no puedo saberlo. Mis zapatos soñados, hoy mismo, son unos salones sencillos, con el toque lujoso del plateado, con una textura fragmentada y chispeante, y un tacón alto y negro. La comodidad y la calidad la garantiza esta firma de Elda, Lodi, que no por casualidad arrastra una legión de #Lodilovers.
La mañana en la que estuve diseñando los zapatos llevaba unos vaqueros de talle alto y una camisa blanca, de Mango. También unos pendientes de Verdeagua Style, una de mis diseñadoras de joyas preferida.
Y estrené mis zapatos plateados el día en el que se hizo público que había ganado el Premio Letras del Mediterráneo. Las ocasiones especiales se merecen que se acompañen con recuerdos espaciales.
Las fotos fueron tomadas por Nika Jiménez con MyPen Camera.