Puro Teatro

Antes de que se convirtieran en lo que ahora son, los Carnavales exponían en público lo que durante el resto del año quedaba para ojo privado: hombres vestidos de mujeres, pobres vestidos de ricos, ricos que salían a las calles para mezclarse con el populacho que evitaban a diario. Era un teatro público de improvisación constante, y unos días que servían para que, atracados de comida y bebida, de desorden y fiesta, se soportaran los yugos impuestos por un poco más de tiempo. Cumplieron esa función de manera eficiente durante años, y, en cierta medida, lo siguen haciendo. 

Comenzaba después la Cuaresma, y eso significaba que todo otro desahogo pasaba a la zona oscura de la sociedad. Los excesos ocurrían en los cabarets de cortinas de terciopelo, en las horas de la noche, bajo secretos, con claves de entrada y en el borde mismo de la delincuencia. Una vida miserable, muchas veces, pero tanto más idealizada cuanto más estricta y más puritana fuera la sociedad que la rodeaba. Más denigrada, también. 

De la misma manera en que cada Carnaval contaba con su manera de divertirse (el erotismo, la sátira, el ocultamiento de identidad, la realidad esterizada) también cada país contaba con una manera diferente de dar salida a sus carencias: a veces los cabarets eran lugares para reírse de la diferencia de sexos, y otra, para parodiar a los poderosos. En otros sitios se bebía, sobre todo, en algunos las mujeres no podían entrar y en otros suponían la atracción principal. El teatro, con su telón y sus papeles, ha cumplido con todo lo que de él se esperaba. Crítica y reflexión, tragedia y comedia, y un constante convertirse en otro. En otra. En otros. 

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El vestido de Anonyme Designers es el Serena Long Dress, que pronto repondrán. De momento, tenéis este otro modelo muy similar, pero corto. Los zapatos son de Paco Gil. Las fotos fueron tomadas por Nika Jiménez en el piso superior de la Sala Equis.