Edén

Hay lugares en los que se puede pasear como nos cuentan que se hacía en el Paraíso: creyentes o no, la imagen de Adán y Eva, inocentes y desnudos, despreocupados ante la muerte, el hambre o la miseria entre bestias que no les atacaban, es una de las imágenes simbólicas grabadas con mayor fuerza.

De la ruina de ese paraíso y la nostalgia por su pérdida llega no solo toda una corriente moral, sino una sólida tradición artística: El Bosco, Durero, Miguel Ángel son solo tres nombres que mostraron las imágenes de Adán y Eva ignorantes, antes de perder para siempre la inmortalidad.

Milton cantó en El Paraíso Perdido la extraña relación entre Dios y el mal, la fragilidad del hombre (su visión de la mujer merece capítulo aparte) y el poder casi ilimitado del Lucifer. En nuestra imposibilidad de vencer al mal, en nuestra derrota frente a la vida y la tentación se encuentra precisamente la grandeza del ser humano: en la lucha, en el intento. 

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¿Qué queda de esa historia en la actualidad? La admiración ante la belleza de lo que nos rodea, los árboles, las flores de aspecto exuberante, las cebras con sus rayas irreales, la sensación de paz y de comunión y de pequeñez ante ese misterio que es un paisaje salvaje: la certeza de que no nos necesita en absoluto para existir. La nostalgia anticipada por perderlo al regresar a casa. La vaga pena porque no sabemos cuánto durará así, porque el mal aletea cerca para acabar con ello. 

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Las religiones se encuentran en constante transformación. Las historias, en cambio, perduran a través de ellas. Sobre todo si son simples: una pareja, un Dios generador. Un paraíso, la decepción de un Creador y la incomprensión del ser humano ante qué se esperaba de él. Y a partir de ahí la lucha entre el bien y el mal. Dentro, fuera. El castigo por atreverse a insinuar un cambio en el orden establecido. 

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La relación con el Paraíso pasa ahora por otros criterios morales: la salvación del mundo frente al cambio climático, por ejemplo, la preservación de ese Edén que ahora no solo perdemos, sino que además destruimos. El ser humano se sabe ahora un Lucifer capaz de todo. Y el gran pecado ya no es la curiosidad, sino la codicia. 

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Las fotos fueron tomadas por Nika Jiménez durante el EPVKenia que organizo con El País Viajes y B theTravel Brand. Llevo un vestido blanco de Mango.