Hacer, no hacer.

Durante los últimos meses he trabajado de nuevo las historias del siglo XIX y comienzos del XX; un periodo dorado para la novela en Europa, con personalidades y estilos poderosos y en una sociedad demasiado compleja como para definirla en un par de páginas. 

Las más antiguas de esas novelas hablan, sobre todo, de la acción como una manera de solventar los problemas: historias de héroes en todas sus variantes, figuras históricas, héroes contemporáneos, heroínas que buscan su espacio y su voz, niños que son empujados al mundo de los adultos mucho antes de lo que deberían… hacer, iniciar, construir, los valores preciados en una época de revoluciones y de afirmación de la identidad, primero, y de conquistas y de avances tecnológicos después. 

Sin embargo, según avanza el siglo el héroe cambia: el novelista vacila. La inacción, la duda, hasta entonces reservada a los personajes secundarios, los malvados, o las mujeres se apropia del personaje principal. La parálisis de Ana Ozores o de Emma Bovary salta a Raskolnikov. Mucho más reales, menos estruendosos, los personajes parecen padecer una epidemia hamletiana. Dudan, cuestionan su espacio y su papel, sus razones. 

Frente a la seguridad del hacer se impone la sabiduría del no hacer. 

EspidoAfrica1

EspidoAfrica2

EspidoAfrica10

EspidoAfrica11

EspidoAfrica4

Ha transcurrido más de un siglo y la no acción ha vertebrado desde la lucha política a la terapia psicológica. La novela contemporánea copia de manera casi literal las tramas del XIX, pero aligeradas de su complejidad. El lector escoge la literatura como una manera de no hacer, el autor como una forma decidida de acción. Cuando permanecemos inmóviles son otros (personajes de novela, de series o películas, la actualidad y las noticias) los que se mueven por nosotros.

Atrapados en la obligación de hacer constantemente, de producir, de un movimiento que demuestre que somos útiles, no hacer supone una sutil manera de rebelión. Como todas las rebeliones, supone un esfuerzo. La mente galopa, el cuerpo se resiente, todo nos grita que el tiempo se pierde si no está bien empleado. No hay tiempo para nada. 

No hacer, la inmovilidad, el disfrute del momento se confunde con el aburrimiento, con la vejez, con la inutilidad. Sin embargo, nada aparentemente tan sencillo cuesta tanto esfuerzo. Todas las flores parecen la misma. Todos los ruidos se funden en un rumor. Todas las palabras provocan el ruido. La acción ya no se encuentra fuera, como en las aventuras decimonónicas, sino dentro, y el héroe lucha con su propio enemigo en el espejo.El silencio ha dejado de ser sinónimo de paz: ahora lo es de una comunicación constante con la tecnología y un discurso interior imparable. 

Pero a veces sí. A veces, por esfuerzo o azar, el tiempo se convierte en un aliado, la naturaleza en un abrazo, el no hacer en una calma infinita. 

EspidoAfrica13

EspidoAfrica5

EspidoAfrica12

EspidoAfrica7

EspidoAfrica8

EspidoAfrica17

EspidoAfrica9

EspidoAfrica14

EspidoAfrica16

EspidoAfrica15

Las fotos fueron sacadas por Nika Jiménez durante el viaje EPV Kenia que organizo con Viajes el País y B the travel Brand. El vestido azul, con la espalda al descubierto y estampado de flores blanca es de Wild Pony, Lo acompaño de unas sandalias troqueladas de Pikolinos, y de un bolso cofre de rafia, de Mango, mucho más resistente de lo que parece, por cierto. 

Y todo el suelo se encontraba cubierto de flores de frangipani, y todo el aire de su aroma…

Floral Fresca

Hace unos meses  apareció Floral; era una idea diferente, la de un perfume y una nouvelle, una novela corta, en el mismo envoltorio, con los que celebraba mis veinte años como escritora. La historia y la fragancia se complementaban una a otra. La segunda llevaba a la práctica, sobre la piel, el jardín y la atmósfera que imaginaba en el texto. Desde el inicio de mi carrera he querido experimentar con formatos y maneras diferentes de narrar un universo propio, y Floral formaba parte de ese proyecto vital. 

No sabía qué acogida tendría mi apuesta y la de Magasalfa por una autora y su historia; eso es parte del encanto de narrar algo nuevo, el malabarismo que se genera. Unos meses más tarde tengo la respuesta: las lectoras (y algunos lectores, picados porque el perfume sea femenino) me han pedido que reeditemos Floral. Y así lo hemos hecho. Por un lado, el perfume aparecerá sin la novela, para quienes hayan comprado el pack inicial y quieran renovar únicamente la fragancia. Y por otro, hemos creado una versión más ligera y veraniega de Floral, Floral Fresca, con una imagen ligeramente reinterpretada y con una variación de su cata aromática más adecuada para el calor y la luz. 

La historia en la que se basa continúa siendo la misma: un jardín, el recuerdo de una infancia feliz en un jardín, y la necesidad de crecer sin que perdamos los mensajes importantes. Flores, un poco de madera

EspidoFloralFresca3

EspidoFloralFresca5

¿Qué flores? Jazmín, ylang-ylang, lirio de los valles en el corazón. En las notas de salida tenemos hojas verdes y plantas silvestres. 

EspidoFloralFresca6

EspidoFloralFresca7

EspidoFloralFresca9

Como notas de madera, palisandro, y como fondo, cedro, sándalo y almizcle. Ah, ese olor a madera y resina bajo el sol del verano, cuando cae la tarde…

EspidoFloralFresca11

EspidoFloralFresca12

EspidoFloralFresca13

Y las humildes plantas silvestres, esas sobre las que nos tumbamos para una siesta, supervivientes entre las rocas.  

EspidoFloralFresca14

EspidoFloralFresca16

El cambio de imagen vira del azul más intenso a un turquesa muy claro, como el agua o como algunas flores. Y, como curiosidad, aunque para Floral el nariz Agustí Vidal y yo nos entendimos muy rápidamente, para Floral Fresca sufrimos más. No encontrábamos exactamente una interpretación más leve que mantuviera la esencia de lo que queríamos contar. Fueron necesarias varias versiones para que los dos quedáramos satisfechos; ha sido de nuevo un privilegio ver cómo se interpreta una emoción con notas y olores, y formar parte de este proceso misterioso y evanescente. Y quisiera transmitiros con toda exactitud la satisfaccion que produce ese diálogo y este nuevo perfume.  

EspidoFloralFresca17

EspidoFloralFresca15

De momento Floral Fresca se venderá en Carrefour, y muy pronto a través de Amazon. Añadiremos también un punto de venta en mi web, y no dudéis en poneros en contacto si no lo encontrais. La distribución, exactamente igual que con los libros, queda fuera de mi alcance, aunque sea tantas veces el eslabón más importante para unirme con el público, pero intentaremos satisfacer cualquier demanda. Por mi parte, continuaré contando historias de todas las maneras posibles, de la forma más original que se me ocurra. Muchas gracias por vuestro apoyo, por vuestra mirada y oído. Sé que estáis ahí a cada paso. 

EspidoFloralFresca1

EspidoFloralFresca19

EspidoFloralFresca2

EspidoFloralFresca18

Las fotos fueron tomadas por Nika Jiménez en uno de mis lugares predilectos de Madrid,  el Real Jardín Botánico, con sus responsables siempre tan profesionales y amables conmigo. Llevo el vestido Elsa, de Mango y alpargatas de Casteller

El viaje de Memorias de África (4)

¿Cómo puede haber pasado el tiempo a tal velocidad? Los días, que se hacen eternos en la espera, se escapan a toda velocidad durante el viaje. La última etapa del viaje #EPVKenia nos había llevado hasta Masái Mara, donde nos hospedamos en un campamento. Situado junto a un punto de agua, con lo que estamos rodeados de los animales se acercan a beber, también en esta ocasión debemos caminar escoltadas cuando cae la noche. El Karen Blixen Camp, con sus duchas al aire libre y su aire colonial, evoca el ambiente de los safaris en los que Karen Blixen, Bror Blixen o Denys Finch-Hatton tomarían parte. Las tiendas, aunque estables, se cierran con cremalleras. Cada uno de los detalles reviven esa época, pero con una voluntad decididamente ecológica. 

En los últimos años de estancia de Karen Blixen en Kenia, tanto su exmarido como su amante estaban entregados a la organización de safaris para las personalidades notables que podían permitírselo. Ambos contaban con un encanto personal a toda prueba, poseían experiencia, contactos, y habían sido educados entre la aristocracia. Parecía una decisión natural el que el Príncipe de Gales escogiera a Denys y a su sombra, Kamau, su criado kikuyu como su guía de caza.

La visita del heredero y su hermano a la colonia en 1928 supuso una auténtica conmoción local, y serios problemas de estatus para Karen: Bror se había casado de nuevo, de manera que ella ya no era la Baronesa Blixen, y no fue invitada a las recepciones de Nairobi, lo que indicaba una muerte social fulminante. Todo el mundo parecía desenvolverse mejor que ella: Bror estaba enamorado, Denys no se comprometía y continuaba con paso decidido hacia proyectos que le alejaban cada vez más de ella, la granja era un agujero negro que amenazaba con sumirla en la ruina, y hasta su protegida Beryl Markham inició un romance con el hermano del Príncipe, el Duque de Gloucester. 

Además, inseguro respecto al éxito del safari real, Denys no tuvo mejor idea que pedirle a Bror que se asociara con él para atender las necesidades del Príncipe y su hermano el Duque, y Karen lo consideró una traición. En viajes sucesivos el Príncipe se aventuró en un safari de dos meses por Kenia, Tanganika (Tanzania), Uganda, Congo y Sudán, combinó la caza y los trofeos con su incipiente afición fotofrágica, a la que se estaban escorando la mayoría de los viajeros, y llegó a cenar en la casa de Karen, que ofreció una pequeña recepción en su honor con una cena de nueve platos. Sin embargo, muy a su pesar, fue excluida de los dos safaris que realizaron. La crisis del 29 comenzaba a expandirse como una mancha de tinta, pero aún no había llegado a África. 

Los safaris con docenas de porteadores habían pasado a la historia. Las tiendas, y las viandas, que, por supuesto, incluían todo tipo de delicatessen, champán y una fuerte carga de bebidas alcohólicas, se transportaban en camiones. Esos cambios preocupaban a los cazadores profesionales, que veían como los animales se alejaban cada vez más de las rutas habituales por el cercado de los campos y por las incursiones de caza. En Masái Mara, por ejemplo, la sábana bullía de tantos animales, tan visibles, que muchos de ellos consideraban un demérito cazar allí. 

Por suerte, hoy en día hablamos de otro tipo de caza de animales. Al alba salimos entre apuestas sobre qué veremos en esa jornada. Lo más peligroso que esgrimimos es un antimosquitos. 

EspidoMasaiMara41

EspidoMasaiMara42

EspidoMasaiMara43

Tendremos mucha suerte: al acecho, sobre una charca, veremos al leopardo, el más huidizo de los felinos. Su precioso pelaje se camufla entre las ramas, mientras pasa las horas, inmóvil, hasta que le entre hambre o vea una presa apetecible. 

EspidoMasaiMara61

Todo lo contrario a su primo el guepardo, que sale literalmente a nuestro encuentro. Acaba de comer, y busca la sombra de los coches para dormirse una siesta. Cuando movemos los todoterrenos, temerosos de estresarlo, el muy sinvergüenza nos sigue para continuar al fresco. Si le hubiéramos dado la menor señal de invitación, se hubiera venido a casa con nosotras. 

EspidoMasaiMara60

EspidoMasaiMara44

EspidoMasaiMara45

Y, por supuesto, los leones. Juguetones, dignos, hermosos, fascinantes a nuestro pesar. No podemos apartar la mirada de ellas y de sus crías. 

EspidoMasaiMara46

EspidoMasaiMara47

EspidoMasaiMara48

EspidoMasaiMara49

EspidoMasaiMara50

EspidoMasaiMara51

Y allí, muy cerca, los reyes del agua: los hipopótamos, tan apacibles en apariencia, tan terrorifícos en los cuentos de la zona. 

EspidoMasaiMara52

EspidoMasaiMara53

Y los cocodrilos, unos seis metros de reptil taimado al alcance de nuestra mano. 

EspidoMasaiMara54

Cuando regreso al campamento pienso en que Karen no deseaba volver a Europa. Pese a que gran parte de los años africanos estuvieron condicionados por el trabajo y la planificación, la escasez de dinero y los sueños rotos aquí encontró el amor, o al menos un sustituto para ello. Realizó varios viajes similares a estos, vio cómo la aviación se generalizaba y la fotografía inmortalizaba cada momento. Vivió en un entorno aún salvaje y virgen, ya perdido para nosotros. El aire cálido, los ruidos nocturnos, incluso el miedo a lo desconocido se convierten en algo deseable. 

EspidoMasaiMara55

EspidoMasaiMara57

Inicié este viaje a la búsqueda de horizontes nuevos y de mentiras viejas, de los mitos que rodeaban este país y a los autores que vivieron una época extraordinariamente creativa y fructífera. Como todos los viajes provechosos, lo que otorga al viajero es diferente y deslumbrante, el desconcierto de una realidad que carece de la grandeza del mito pero que resulta infinitamente más cercana e interesante. 

EspidoMasaiMara58

EspidoMasaiMara59

Ahora ya solo queda regresar a Europa, seguir escribiendo y recordar estas particulares Memorias de África. 

EspidoMasaiMara39

¿Cómo puede haber pasado el tiempo a tanta velocidad? Los días, que se hacen eternos en la espera, se escapan a toda velocidad durante el viaje. Pronto llegará el siguiente, y el siguiente, y antes de que haya parpadeado estaré de regreso en Kenia. Gracias a B the Travel Brand y a Viajes El País por haberlo hecho posible. Gracias a Nika Jiménez por sus fotos, y sobre todo, a las viajeras que me han acompañado en esta ocasión. Ellas han modelado el viaje y sus anécdotas, y han sido magníficas compañeras en esta etapa. 

El viaje de «Memorias de África» (3)

Una de las constantes que he encontrado en este viaje que intenta aproximarse a Karen Blixen ha sido la dificultad para separar lo que narra la película Memorias de África del libro en el que está inspirada (dos libros, en realidad, Out of África y Sombras en la hierba), y el libro de los hechos históricos y documentales probados. De hecho, ese nombre evoca inmediatamente una atmósfera y un estilo mucho más populares de lo que pensaba, y que desde 1985 no han perdidoi vigencia. Si en su momento arrasó en los Oscars, condicionó la moda durante varias temporadas y consagró a los actores, en la actualidad se encuentra sólidamente implantada como un recuerdo colectivo.

Es más, durante el viaje muchas de las alusiones y de las explicaciones que nos ofrecen parten directamente de la ficción cinematográfica, que se da por cierta; olvidamos de esa manera que la propia autora narra en primera persona una visión muy sesgada y particular de los hechos, con el foco tercamente colocado donde desea. Es su privilegio como autora, pero no significa que sea la verdad, ni siquiera que se acerque a ella. Otra capa de distancia y de interpretación subjetiva se debe añadir cuando hablamos de la película, a su vez condicionada por la mirada de un gran director.

EspidoNaivasha1

EspidoNaivasha2

Las vistas de esta jornada se nos harán particularmente familiares por la película de Sydney Pollack, y los amantes del cine la reconocerán: vuelvan a mirar el cartel de la película. O, si lo desean, repasen determinadas escenas. 

La camisa amarilla, las gafas y los pendientes son de Mango. Las sandalias de tiras, de Pikolinos. Las fotografías, de Nika Jiménez.

Nos estamos acercando a la Laguna Naivasha, donde habitan hipopótamos y otras criaturas acuáticas. La alerta por estos animales condiciona nuestros movimientos: cuando cae la tarde no podemos salir del recinto del hotel bajo ninguna condición, y un guarda nos escolta hasta nuestras habitaciones, que se encuentran en cabañas, tanto al anochecer como al amanecer. 

EspidoNaivasha3

Como curioso contraste, a unos metros de nuestras ventanas las cebras pastan con la confianza de quien se sabe a salvo.

EspidoNaivasha4

EspidoNaivasha5

Y unos metros más allá se encuentra el Lago Naivasha, de cuyo fondo surgen árboles como en un escenario lunar. Los bultos de los hipopótamos, ya aletargados, oscilan entre nuestras barcas: continúan con su oscilación entre el agua y la superficie. Navegamos entre ellos y por las aguas tranquilas, muy azules, hasta Crescent Island. El paseo nos permite ver águilas pescadoras, pájaros diversos, y, en la distancia, el perfil de algunas jirafas en la orilla. 

EspidoNaivasha7

EspidoNaivasha6

EspidoNaivasha8

EspidoNaivasha12

EspidoNaivasha10

EspidoNaivasha11

EspidoNaivasha13

EspidoNaivasha16

EspidoNaivasha14

EspidoNaivasha15

¿Por qué incluyo Crescent Island, tan alejada geográficamente del área donde vivió Karen,  en este viaje? Precisamente como concesión al universo visual que sobre ella creó Pollack: fue aquí donde Robert Redford y Meryl Streep rodaron gran parte de las escenas que han condicionado nuestra visión de Kenia, y, por supuesto, del romance entre Blixen y Finch-Hatton. En este territorio acotado y seguro el equipo no sufriría ningún peligro, ni  se dispararían los seguro de las estrellas. Aquí se rodaron, por ejemplo, las escenas en las que Karen corre al encuentro de la avioneta de su amante.

El islote, una penísula, en realidad, se encuentra libre de carnívoros. En nuestro paseo por tierra firme vemos algún facocero, cebras, impalas y el esbelto perfil de las jirafas: algunos de estos animales fueron traídos a la isla precisamente para el rodaje. Después los dejaron vivir aquí, y la falta de amenazas y el tránsito los humanos los han vuelto apacibles y poco impresionables.  

EspidoNaivasha17

Véase, por ejemplo, lo escasamente impresionada que se siente esta preciosa jirafa por mi interés. Estaba a tres metros de mí, me miró, y continuó pastando con olímpico desdén.

EspidoNaivasha18

EspidoNaivasha20

EspidoNaivasha19

Pero dejémoslos comer tranquilos (en realidad, ellos marcan el punto en el que se sienten incómodos y se alejan, sin aspavientos), y continuemos el paseo por este lugar, uno de los pocos donde podremos caminar, en lugar de trasladarnos en un coche o supervisados. 

EspidoNaivasha21

EspidoNaivasha22

EspidoNaivasha24

EspidoNaivasha25

Por cierto, esta tierra ha visto también rodajes diversos; quienes gocen ya de cierta edad recordarán a Elsa, la leona de Nacida libre. Pues bien, su autora, la naturalista Joy Adamson, se construyó una casa precisamente aquí. Aunque esa mujer, su obra y su vida bien merecen más espacio, quizás no sepáis que en 1980 murió por el ataque de un león en Samburu.  

EspidoNaivasha26

Unas horas de mala carretera nos separan de la que será el último territorio que veremos en este viaje, Masái Mara. La gran reserva de vida animal de Kenia, la que nos han mostrado infinidad de documentales, salpicada de acacias y con ríos y bebederos que atraen a hervívoros… y a sus depredadores. La caza furtiva sigue siendo una plaga en esta tierra, pese al control generalizado. Aquí viven elefantes, leones, leopardos, búfalos e hipopótamos, es decir, los cinco grandes: comparten el terreno con los Masáis y sus rebaños. En algunos de los tramos, llevamos a bordo del coche a un guarda forestal que indica las rutas en mitad de la nada, y que, sobre todo, vigila que no abramos nuevos senderos sobre la hierba o que nos acerquemos demasiado a los animales, mucho más asalvajados que en Crescent Island, y siempre alerta, porque aquí la amenaza resulta diaria. Algún ñú joven, observa a los humanos con aire desafiante, para correr luego repartiendo cornadas al aire, a algún enemigo invisible. 

EspidoMasaiMara27

EspidoMasaiMara28

EspidoMasaiMara29

EspidoMasaiMara30

Y en un momento determinado, nos cruzamos con este magnífico animal, recién duchado en barro, que no parece molesto por nuestra presencia. Es más, rodea el coche, saluda  y continúa, a paso lento, su camino hacia la nada. 

EspidoMasaiMara31

EspidoMasaiMara32

Pero la sorpresa llega cuando nos encontramos con una familia de leones: dos machos jóvenes, dos hembras, posiblemente hermanos. Están atiborrados y perezosos, y nos permiten observarlos a corta distancia todo el tiempo que deseemos. Al cabo de un rato, su desmoronamiento es contagioso. Nada descansa con tanta dedicación como un felino, no importa cual sea tu tamaño.

EspidoMasaiMara33

EspidoMasaiMara34

EspidoMasaiMara35

EspidoMasaiMara36

Aunque  hay preferencias diversas entre las viajeras, las hienas provocan un rechazo generalizado.   Y verlas tan de cerca no mejora su imagen.EspidoMasaiMara38

La luna, casi llena, comienza a alumbrar en el cielo, entre las extrañas estrellas del hemisferio sur. El sol cae en picado pero, en cambio, la luz se mantiene durante mucho más tiempo en torno a la luna, como una luciérnaga movediza. El viaje inicia su tramo final.

Si queréis realizar este u otro viaje conmigo, la información y la inscripción se encuentra aquí, o en las tiendas B the Travel Brand

EspidoMasaiMara37

El viaje de «Memorias de África» (2)

Cuando se visita esta zona de África, aparentemente tan alejada de nuestra realidad y de nuestra tradición cultural, sorprende que aparezcan tantos símbolos conocidos, tantas evidencias de que, en realidad, las narraciones e imágenes de Kenia nos resultan mucho más familiares de lo que creíamos antes de iniciar este viaje con B the Travel Brand y El País Viajes

EspidoTsavo1

Los baobabs, por ejemplo, que amenazan con destruir el planeta de El Principito, asoman su cabeza cubierta de nidos en estas latitudes. Los guías nos contaron que se le llama «El árbol al revés», porque sus ramas parecen más bien raíces. 

O las constantes expediciones de animales a las charcas de nuestro campamentos en Tsavo: para una generación que ha crecido con documentales que narraban la vida y muerte de los grandes dueños de la sabana la mezcla de incredulidad y familiaridad con la que los observamos a unos metros de distancia, cebras y facoceros, búfalos y elefantes, alguna jirafa y el más ocasional y esquivo leopardo conlleva un pequeño estremecimiento. 

Las charcas, llenas de vida, reciben varias veces al día las visitas de las distintas clases de animales: los vemos en procesión desde diferentes lugares de pasto, otean en la distancia, se llaman entre ellos. Los elefantes veteranos barritan en advertencia  a los más jóvenes, distraídos, que quieren jugar o bañarse. La luz y el cielo varían de manera dramática a lo largo del día, y basta con una espera no demasiado paciente para entender que hay un orden invisible en todo lo que nos rodea, más urgente y más salvaje que en Europa: aún en un entorno tan controlado y seguro como es este viaje, esa impresión cala poco a poco, y resulta casi adictiva. 

EspidoTsavo3

EspidoTsavo2

EspidoTsavo12

Denys Finch-Hatton, el gran amor de Karen Blixen, cayó aquí con su avioneta. Hacía tiempo que experimentaba un desengaño cada vez mayor con sus viajes de caza, y en cambio, se estaba interesando por el vuelo como una manera de controlar las manadas, e incluso creía que el futuro tendría más que ver con fotografiar a los animales que con matarlos. Su muerte, en mayo de 1931, nos privó de saber si esa idea se quedaba en uno más de sus proyectos locos o si se abriría paso. 

Sea como sea, leer los textos de los autores de la época que visitaron la zona aquí, frente a esta charca, es una experiencia estéticamente  redonda. Todo cobra mucho más sentido, deja de ser irreal. No se comprende mejor África, pero sí al occidental que escribe sobre ella.

EspidoTsavo4

EspidoTsavo5

Y siempre con un ojo atento a los monos, esos ladrones profesionales… 

EspidoTsavo6

Sin embargo, por bien provista que esté nuestra charca, carece de hipopótamos. Si queremos ver a estas enormes bestias de piel delicada, a caballo entre el agua y la tierra firme, debemos acercarnos a Mzima Springs. Aquí conviven monos de culo azul (se puede observar en la fotografía anterior), hipopótamos y cocodrilos, y en un día afortunado pueden observarse dentro del agua desde el mirador de una cabaña. El día que los visitamos se encontraban perezosos;  mucho calor, nada de exhibiciones submarinas. 

EspidoTsavo7

EspidoTsavo8

Respecto al resto de los animales, no nos faltarán: elefantes y búfalos, y con eso, completamos tres de los Cinco Grandes, jirafas, con  sus pájaritos a cuestas, picabueyes piquigualdos, que las desparasitan y limpian. Al amanecer salimos para el safari matinal en jeep, con un techo abatible que permite observar con todo detalle lo que nos rodea. No hay carreteras ni casi caminos para el ojo poco entrenado. Los conductores, guías forestales y expertos en animales, saben en todo momento en dónde están. 

EspidoTsavo9

EspidoTsavo10

EspidoTsavo11

EspidoTsavo13

EspidoTsavo15

EspidoTsavo16

EspidoTsavo14

Desde Tsavo, antes de partir para Amboseli, puede observarse una de las vistas más hermosas del Kilimanjaro. Atravesamos las coladas de lava o Tierras del Diablo, producto de una actividad volcánica muy reciente, y en muy poco tiempo el paisaje cambia y se suaviza. 

EspidoAmboseli17

Nos han preguntado si querríamos ver un poblado Masái; la respuesta de las viajeras es un entusiasta , porque pese a lo típico de la actividad, no deja de ser una manera de ayudar a las cooperativas de la zona, y de conocer un poco más cómo debió ser en su momento la vida de este pueblo ganadero, nómada y enigmático.  

EspidoAmboseli18

EspidoAmboseli19

EspidoAmboseli20

EspidoAmboseli22

Tradicionalmente, la casa Masái se construía con estiércol de vaca, paja y palos, y se protegía con una empalizada de arbustos espinosos. Como la poligamia estaba extendida, cada mujer y sus niños poseían una casa, que se elevaba cuando se casaba, y el marido se turnaba entre ellas, en teoría con una rigurosa alternancia, para dar a todas ellas las mismas oportunidades de concebir, o la misma atención, si eran ya mayores. La oscuridad del interior está pensaba para conseguir un espacio fresco,y los ojos se acostumbran pronto a ella. 

EspidoAmboseli23

Además de las danzas de bienvenida y despedida (contagiosas, acrobáticas), nos muestran las técnicas medicinales que empleaban. Al contar con tres doctoras entre las viajeras, todas las partes mostraron mucho interés por esas hierbas y cortezas medicinales, y por si las reconocían. Cómo conseguían encender el fuego con apenas dos troncos, y alguna otra curiosidad más precedieron a la muestra de artesanía; cada mujer mantiene un pequeño puesto con bisutería, llaveros, marcapáginas, esculturas… 

EspidoAmboseli24

EspidoAmboseli21

EspidoAmboseli27

El regateo, para quien sepa mantenerlo, es costumbre. A mí me supone un enorme esfuerzo, regateo poco, mal, o nada. Compré varias piezas de abalorios, entre ellas un collar con unas preciosas conchas llamadas cauries, o Monetaria Moneta, que, casualidades, están muy de moda esta temporada como bisutería informal. Durante siglos fueron usadas como moneda de cambio. Es extraño encontrarlas aquí, en mitad de este polvo rojo.

Karen Blixen sentía una gran admiración por los Masái, y deja buena prueba de ello en Memorias de África. En realidad, gran parte de los europeos y occidentales vivieron esa fascinación por este pueblo, al que consideraban la aristocracia de la zona, y que, al ser nómadas, convivieron de una manera diferente con los colonos de lo que lo hicieron los agricultores. En la actualidad, si bien los rebaños continúan formando parte de su estilo de vida, el nomadismo ha dejado paso a otro tipo de asentamientos, y las motos son una de las anacrónicas ayudas a su pastoreo. Muchos viven en casas de chapa o cemento, y combinan el pastoreo con otro tipo de trabajos, como el turismo. 

EspidoAmboseli26

Amboseli: llanuras casi azuladas en la lejanía, el Kilimanjaro como una presencia constante, y bajo él, enormes mandas de elefantes.  Se ven con tanta claridad, y a tan poca distancia que al poco tiempo parecen presencias tan naturales como las nubes. 

EspidoAmboseli28

EspidoAmboseli30

EspidoAmboseli31

EspidoAmboseli32

El Kilimanjaro se encuentra dentro de las fronteras de Tanzania, pero la mirada es libre, y tropieza con él a cada paso. Una montaña que ha obsesionado a soñadores y a extraños, entre ellos Hemingway, que, cuando aún le agradaba cazar, se aventuró por aquí con la guía de… el mundo es extraño… el marido de Karen Blixen, Bror Blixen. Casi tan encantador como Denys Finch-Hatton, y con una enorme experiencia como guía de safaris, llegó a asociarse con el amante de su exmujer para, entre otros, atender al Príncipe de Gales cuando visitó Kenia. Para enredar aún más la cosa, el Príncipe inició un romance con Beryl Markham, a su vez, amante de Denys Finch-Hatton y amiga de Karen. 

Pero volvamos a Hemingway: si no lo han hecho aún, lean (o vean, en su versión de 1952  con Gregory Peck, dirigida por Henry King) este relato. Las nieves del Kilimanjaro. Hemingway lo escribió en 1936, y es una angustiosa mirada, casi premonitoria, a lo que el alcohol, la decadencia y la obsesión pueden causarle a una persona, en este caso, un escritor. Hemingway le dedicó a  Bror Blixen  una semblanza en La breve vida feliz de Francis Macomber. Esa breve amistad fue la que, según él, le hizo ser amable años más tarde con la propia Karen, cuando en 1954 compitieron por el Nobel, y exagerar su admiración por el talento de la danesa. Hemingway era mezquino incluso en su generosidad.

No obstante su brillantez y su inteligencia, ninguno de estos caballeros tuvo un final feliz: Finch-Hatton murió prematuramente, ya lo sabemos, en su avioneta. Hemingway se suicidó con una escopeta de caza en 1961. Bror, también un escritor con talento, que dejó una interesante correspondencia y una autobiografía muy notable, murió en circunstancias poco claras en 1946, desesperado y alcoholizado y sin haberse recuperado de  la muerte de su tercera esposa, Eva Dickson, una pionera de la aviación (y ya llevamos varias en esta historia). Y ya que de antiguas esposas estamos hablando, no se pierdan la obra de Martha Gellhorn, mujer por unos años de Hemingway, reportera de guerra, escritora y otro delicioso personaje. 

EspidoAmboseli29

En la siguiente entrega, cambiamos la montaña por el agua, y los elefantes por las criaturas acuáticas. Pero mientras tanto… el vestido camisero marrón que llevo en el safari es de Mango,  como el sombrero de tira y el top blanco. Las sandalias son de Pikolinos, y  el crop top de lunares de Compañía Fantástica. El vestido largo de gasa, de estampado de leopardo, es un vintage de mi propiedad. Nika Jiménez, como suele ser habitual, sacó las fotografías a lo largo del recorrido.

El viaje de «Memorias de África» (1)

Los viajes que organizo con El País Viajes y B the Travel Brand parten siempre de una experiencia literaria: y el que me llevó a Kenia este mes de Abril seguía los pasos de la autora Karen Blixen, que publicó bajo el seudónimo de Isak Dinesen un puñado de obras, entre las cuales están Memorias de África, el canto de amor a los años que vivió en una granja de café al pie de las colinas Ngong. 

Algunos viajeros sienten cierta prevención al oír que el destino se encuentra en África: en realidad, este viaje no requiere vacunas obligatorias, aunque algunos optaron por vacunarse contra la fiebre amarilla y tomar Malarone contra la malaria, y resulta extraordinariamente segura. Una de mis viajeras habituales se atrevió, a sus 72 años y con algunos problemas de movilidad, a acompañarme, y puedo asegurar que no solo no encontró dificultades sino que disfrutó como una niña sobre todo con los elefantes y con el viaje en sí mismo. Es más, se ganó por parte del guía y los conductores el apodo de «Mamá Safari». 

El viaje comenzaba en Nairobi, con la visita al Museo de Karen Blixen. Esta casa era el corazón del cafetal que su marido, Bror Blixen, compró cuando se casaron… con el dinero de su nueva esposa. Karen vivió en ella desde 1914 hasta 1931, pese a la enfermedad, el divorcio y las malas cosechas; entonces la ruina económica y las circunstancias personales la obligaron a venderla y a regresar a Dinamarca, su país de origen. La granja fue el escenario de la película de Sydney Pollack en 1985, que convirtió la vida y los años africanos de Karen en una de las historias de amor más bellas del cine. EspidoKenia1

EspidoKenia8

EspidoKenia9

EspidoKenia7

EspidoKenia10

El interior de la casa, patrimonio nacional, no puede ser fotografiado. Conserva algunos de los muebles de la autora, su ropa y libros, la vajilla y cristalería que fue su orgullo. Aunque me gustaría que la labor como museo fuera más completa, y la información suministrada más elaborada, nadie puede negar la emoción que produce encontrarse aquí mismo: como si regresáramos a una casa familiar, muchas veces vista, abierta a todos, como ella deseaba. El reloj de cuco, o la máquina de escribir, o los libros de la autora pueden verse en esta casa que conserva el aire colonial de la época, y toda la magia del momento. 

EspidoKenia11

EspidoKenia12

EspidoKenia16

EspidoKenia14

Los jardines cubiertos de buganvilla, la propia estructura de la casa no ha variado en cien años. En la parte posterior pueden verse las ruedas de molino que, tras un incidente desgraciado, Karen instaló como mesas en la casa. Aquí fumaba con Denys Finch-Hatton, su gran amor, al atardecer, y desde aquí se observan las colinas azuladas por la distancia. 

EspidoKenia18

EspidoKenia19

EspidoKenia20

EspidoKenia21

La granja no se encontraba en la latitud óptima,y fue siempre escasamente rentable. Kenia, un sueño para muchos europeos, algunos de ellos ovejas negras de familias aristocráticas que habían perdido su lugar en en el mundo, ofrecía promesas que no siempre pudo cumplir. El café, el té, el lino, oscilaban de precio en los mercados internacionales, y el crack del 29 destruyó gran parte de los proyectos iniciados años antes. La maquinaria de Karen oscilaba entre ingenios modernos y la fuerza bruta de bueyes y operarios. En una ocasión, se incendió; pese a todo, su evocación de esos años destila nostalgia y felicidad.  

EspidoKenia17

Karen se esforzó por mantener parte de la sofisticación de las grandes casas europeas en su propio hogar. En muchos sentidos, se convirtió en una incongruencia (había quien se burlaba de sus aires aristocráticos) pero también en un refugio para los expatriados que buscaban en su casa un eco de lo que habían dejado atrás. El Príncipe de Gales fue uno de sus huéspedes durante una cacería organizada por Finch-Hatton.

En «Memorias de África» dedica una enorme compasión a los bueyes de tiro, un precioso episodio a Lulú, su gacela, y unas palabras hermosas a la gracilidad y la elegancia de las jirafas. Y, al verlas en su entorno, solo podemos admirar la precisión con las que las describe. Aunque las veremos más adelante, cerca, lejos, entre la maleza, en ningún otro lugar más cerca que en este Centro de Conservación, donde podemos alimentar a las Jirafas de Rothschild, glotonas, sociables y exquisitas en comportamiento. Estas jirafas estaban en relativo peligro de extinción hace algunos años, y los esfuerzos por protegerlas han dado sus frutos. Comen pienso de la mano de los visitantes, como si fueran gatitos de cuellos kilométricos, y cada una de ellas tiene un nombre y una historia. 

EspidoKenia22

EspidoKenia24

Ella era Daisy. Un encanto… aunque solo con adultos. No le gustaban demasiado los niños. 

EspidoKenia27

El nombre de Karen Blixen ha superado con creces la fama de Denys Finch-Hatton, pero en su momento, cuando este monolito fue erigido en su honor, no era asi. Denys, hijo menor de una familia aristocrática inglesa, gozó de gran popularidad en la colonia durante su vida que, por desgracia, no fue demasiado larga. Denys (y su grupo de amigos) ha supuesto, para mí, el gran descubrimiento de este viaje. Cazador, fotógrafo, emprendedor y hombre de mundo, mantuvo durante años una relación contradictoria, oscilante y difícil con una Karen que ansiaba una estabilidad y un compromiso de los que él siempre huyó. Cuando su avión se estrelló, en 1931, su romance estaba prácticamente acabado: el cuerpo de Denys fue enterrado en esta pequeña colina, donde en ocasiones Karen y él habían disfrutado de las vistas. Su familia, que sigue visitando de vez en cuando la tumba, erigió este monolito. En su obra, Karen elaboró un amor y creó un personaje enteramente suyos, no siempre en correspondencia con la realidad, pero que ha hecho soñar a varias generaciones. 

Volveremos a Denys en otro momento… la tumba se encuentra en una propiedad particular, y todo el entorno ha cambiado muchísimo, pero siempre hay plantas y flores a su alrededor. 

EspidoKenia28

EspidoKenia26

EspidoKenia29

EspidoKenia25

El vuelo en avioneta gozaba durante los años de juventud de Karen y Denys de un esplendor sin precedentes. No solo era el deporte de moda, sino que se descubrían nuevas aplicaciones: records mundiales, usos bélicos, de exploración, o de cartografía… Denys volaba con cierta frecuencia, se relacionaba (también íntimamente) con otra pionera del vuelo de la colonia, Beryl Markham, y antes de encontrar su fin en aquel desgraciado accidente, llevó a bordo a una fascinada Karen. 

El vuelo que nosotros llevamos a cabo no coincide exactamente con el que Karen Blixen describe en su libro: en realidad, vamos hacia la zona de Tsavo, y atisbamos el Kilimanjaro, que aunque se encuentra en Tanzania ofrece increíbles vistas desde Kenia. También la seguridad es mucho mayor en estos días; pero con todo, es fácil identificarse con qué debieron sentir esos primeros aviadores, con la tierra roja y verde a sus pies, el cielo y el sol muy cerca. Las avionetas maniobran con mayor agilidad que naves más pesadas, todo resulta más cercano e intenso y, sobre todo, más real. En Tsavo comienza una segunda etapa del viaje, la que nos acercará a los safaris, los animales en libertad y su búsqueda.

EspidoKenia2

EspidoKenia3

EspidoKenia4

EspidoKenia5

Y al llegar, otro paisaje, otro clima, incluso. La sensación que los propios viajeros y cazadores debían experimentar al aterrizar en mitad de la nada, con mil ojos al acecho: el inicio del safari.

EspidoKenia6

Las fotos de este viaje han sido tomadas por Nika Jiménez. El vestido blanco de lunares de algunas de las fotos es de Wild Pony, perfecto con su corte lencero para este clima y puede encontrarse aquí. las sandalias son de Pikolinos. Y muy pronto continuaré contando cómo fue este viaje… 

El Premio Cervantes e Ida Vitale

Había leído muy poco de la obra de Ida Vitale, la prestigiosa autora uruguaya que ha sido premiada con el Cervantes 2018, y ese poco  a raíz de su premio Reina Sofía 2015. Los premios que se otorgan a toda una vida reconocen una labor que a menudo no tiene que ver con el éxito comercial ni la visibilidad en librerías. 

Ida escribe poemas breves, metaliterarios, esencialistas. Estos días muchas personas han leído algunos de ellos, han sabido de su relación con Onetti o con Octavio Paz. El más celebrado ha sido Fortuna, en el que habla del recorrido de la mujer. Podéis leer un puñado de ellos aquí. Yo me quedaría con estos versos de «Mes de Mayo»: 

Escribo, escribo, escribo
y no conduzco a nada, a nadie.

Sea como sea, la lectura de los poemas de Ida Vitale me ha parecido conmovedora, pero más que el mensaje literario y el ejemplo que esta señora menuda, casi centenaria, transmitió en su discurso de aceptación del Premio. Una defensa de la belleza y el poder del lenguaje. Rara, muy rara, su espontaneidad, la de una poeta que se ríe de sí misma y de los otros poetas y de la carrera literaria, incluso. Hace unos años afirmaba «Es elegante decir que los premios no significan nada, pero… ¡Caramba!» 

Como todos los años el 24 de abril coincidimos escritores, antiguos premiados, académicos, críticos, editores e intelectuales bajo la hospitalidad de los Reyes en el Palacio Real para celebrar la vida y obra del premiado. A menudo será la única ocasión que tengamos para conocerlo, por mala suerte, edad o circunstancias. Ha sido un honor coincidir con esta autora extraordinaria, y será un dilatado placer en el tiempo adentrarse en su obra. Porque, como ella dice, «Las palabras son nómadas, y la mala poesía las vuelve sedentarias». 

EspidoCasaReal1

EspidoCasaReal2

EspidoCasaReal4

EspidoCasaReal7

EspidoCasaReal6

EspidoCasaReal8

EspidoCasaReal3

EspidoCasaReal9

Para la comida en el Palacio Real, me decanté por los mismos nombres que para el premio De Pura Cepa. María Barros, que con su rostro angelical y su exquisito gusto podría pasar por una Chanel joven, firma el vestido azul Klein, drapeado y con volúmenes. Los zapatos fueron mis preciosos Magrit de raso rojo, con cristal Swarovski. Se empaparon al llegar al Palacio (de hecho, me metí en un charco hasta el tobillo), pero han superado cosas peores y siguen como el día de su estreno. De Rita Zaid, cuya historia de origen y creatividad os conté en el anterior post y que podéis leer aquí llevé un clutch espectacular en piel dorada, con aplique de granate. Las fotos son de Nika Jiménez.  

De Pura Cepa

El tiempo es esa gota de agua que se encarga de convertirte a ti, que eras una roca, en un canto rodado. Al menos eso parece cuando los premios a una obra o a una novela dejan paso a los que valoran toda una carrera o una trayectoria. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Dónde se fueron los útlimos veinte años, cómo pudieron pasar sin casi enterarme?

Al parecer, y según el amable criterio de TV Rioja los míos no se han volatilizado, y por eso decidieron entregarme el pasado día 3 de abril uno de sus premios De Pura Cepa. Si el año pasado fue Lorenzo Silva quien lo ganó en la categoría de Literatura, este año los amigos riojanos han decidido otorgarme un premio que reconoce el talento, el trabajo, y el haberse convertido en un referente en la profesión.

 
EspidoRioja2

EspidoRioja1

Los Premios se entregaban en el Restaurante Delicatto, de Logroño, si bien yo salía desde el hotel Gran Vía

EspidoRioja3

EspidoRioja4

 

EspidoRioja6

EspidoRioja7

EspidoRioja8

EspidoRioja10

EspidoRioja511

La fiesta estuvo precedida por la entrega, y por la proyección de vídeos que recorrían la trayectoria de cada ganados. Os podéis hacer una idea de cómo fue si pincháis aquí. El trofeo imita la curva de una barrica. 

EspidoRioja12

EspidoRioja13

Aquí, los sospechosos habituales: José Mercé, Anne Igartiburu, David Guapo, Carmen Ruiz (que no pudo acompañarnos) y Jon Plazaola. No se puede tener compañeros de premio más divertidos y generosos, ¡Éxitos por muchos años a todos!

EspidoRioja14

EspidoRioja15

Hubo tiempo para firmar algún libros, para charlar con lectores, para entrevistas…

EspidoRioja16

EspidoRioja17

EspidoRioja18

Para hacer un poco el tonto…

EspidoRioja19

Sí, el tiempo pasa. Veintiún años ya desde que publiqué mi primera novela. Erosiona, transforma… pero también pule. Y es hermoso que los lectores nos acompañen en ese proceso, que nos vean primero crecer y luego envejecer. Ahora no siempre hay espacio para presenciar el desarrollo de una carera.

Si esa noche, pese a la progresiva afonía que sufrí, parecía descansada y con aspecto humano, se debe al talento de las chicas de Hermosilla Esteticistas, que, además de unas eficientes profesionales, son de un trato exquisito. 

El vestido que llevé esa noche es un diseño de María Barros, la diseñadora gallega a la que tanto admiro: le dio un nuevo giro al vestido negro clásico, con un escote palabra de honor con volumen y construcción arquitectónica, y un toque blanco. Escogí unas sandalias de Beverly Feldman, de ante negro y bronce,  y unos pendientes de azabache que compré en Argentina en 2000, durante la gira del Premio Planeta. En realidad, quería cederle el protagonismo al clutch de Rita Zaid, una marca madrileña que acabo de conocer y cuya filosofía me atrae mucho. 

Todo comenzó en 2016, a raíz de la conversación entre una madre y una hija: si les gustaban las gemas y la joyería y les encantaban los bolsos y zapatos, ¿por qué no convertir en realidad la idea de un “complemento joya”? Esos procesos no resultan sencillos: se necesita un taller que fabrique los bolsos con la calidad  y el plazo requerido, y con pequeñas tiradas. Si eso resulta ya complicado, la idea que tenía Rita Zaid iba más allá de  personalizar la piel, los colores… Al incorporar la joyería, que une a diferentes artesanos a partir de un diseño original, eso incluía diseños, moldes con un prototipo, y el proceso final: fundición, soldado, integración del sello y marca de la firma,  timbrado, pulido, engastado… y además, ¿poe qué no intercambiar las piezas en diferentes complementos? 

En Rita Zaid me cuentan que de todo este proceso con el que más disfrutan es con el de escoger las gemas. Me lo creo: cuando he presenciado cómo se trabaja en joyería, creo que es la parte que más me atrae, cuando todo es posible. Hay algo muy especial es lucir una prenda exclusiva, algo que refuerza esa diferencia. Fue un placer lucir este clutch delicadísimo, en piel de color bronce, pero forrado de ante rojo, y con una joya de coral.  

Las fotografías en las que aparezco sobre el escenario son de TV Rioja. El resto fueron tomadas por Nika Jiménez, De nuevo, muchas gracias a todos. 

Mes de causas

Acaba marzo, un mes rico en celebraciones que reivindican el papel y las dificultades de la mujer, que ha visto libros y documentales, artículos, polémicas. El feminismo ha pasado a figurar en la agenda política, y el anti-feminismo, en los programas de otros políticos. La negación de lo evidente, la generalización de las experiencias particulares y las extrapolaciones de situaciones continúan tiñendo las mejillas de vergüenza ajena. 

Pero día a día de este mes ha aparecido también un motivo de esperanza: en los institutos que he recorrido en un intento de acercar la lectura a los adolescentes, he visto murales, trabajos en grupo y obras de teatro teñidos de morado. Quizás demasiado morado y demasiados nombres repetidos, pero, al fin y al cabo, bien está que se repitan las consignas hasta que no sea necesario repetirlas más. También he visto como algunos muchachitos torcían el gesto, aburridos de todo lo que les suene a femenino. Ya aprenderán, espero. O quizás no. Sería ideal poder contar con todos ellos, pero parece que, pese a todo lo avanzado, no será así. 

Acaba marzo y aguarda otra causa, quizás la del libro, porque el 23 de abril así lo pide, y porque parece que nuestra capacidad de saturación no soporta una idea más de un mes. Yo seguiré hablando de mujeres y de lo que somos y de lo que no hemos llegado a ser aún. De libros, también, por supuesto, de libros que narren lo esencial. De ejemplos, porque seguimos necesitando referentes distintos e ilustrativos, de diferentes edades, oficios, razas y actitudes. De todo lo que necesité cuando era una adolescente y creía que la igualdad era cuestión de un mes, de años, quizás, no de toda una vida.

EspidoCamisa4

EspidoCamisa1

EspidoCamisa3

EspidoCamisa5

EspidoCamisa2

EspidoCamisa6

La camisa de gasa y volantes es de Venca, Vaqueros de Mango, salones de Unisa y bolso trapecio de Bimba y Lola, regalo del Colegio Buen Pastor de Sevilla, cuando lo visité la última vez. Las fotos fueron tomadas por Nika Jiménez en el Palacio de Cibeles de Madrid.

Ha vuelto

Ha vuelto el buen tiempo, y la campaña electoral, ha vuelto el mismo viejo debate sobre la memoria histórica y la tumba de Franco, ha vuelto la utilización de las palabras de los poetas y las figuras de los artistas, ha vuelto todo, exactamente igual que la primera vez que yo acudí a votar, y todo parecía nuevo, aunque otros ya me decían «El tiempo no avanza, todo vuelve». 

Ha vuelto la desconfianza por la ciencia y la nostalgia por un campo idealizado, como los romanos imaginaban, sin quemaduras de sol ni callos en las manos. Ha regresado el deseo de comer algo estrictamente natural y sus riesgos, y el afán por proteger a la tierra de los peligros del hombre, su voracidad, sus plásticos, su avance. Ha vuelto el miedo que sentían los luditas porque las máquinas les arrebataran aquellos trabajos, casi todos miserables.   

Ha vuelto una lucha que creíamos ya casi, casi, innecesaria, pero que ha sacado a miles de mujeres a la calle porque, en realidad, casi nada ha cambiado. Como en la Biblia, otras mujeres dan a luz a los hijos de otras. Ha vuelto la sensación de seguridad tras la crisis, quebradiza como una capa de hielo en estas fechas, y con ella, poco a poco, la certeza de que somos invulnerables y de que eso no volverá a ocurrir. 

EspidoLafee7

EspidoLafee9

EspidoLafee1

EspidoLafee8

EspidoLafee3

EspidoLafee6

EspidoLafee10

EspidoLafee5

EspidoLafee11

Ha vuelto la educación en casa y la negativa a las vacunas, los rumores dados por cierto y la propaganda en todos los campos. Ha vuelto también el amor por las historias contadas en imágenes, aunque ahora tengan lugar en una pantalla diferente, ha regresado la preocupación porque la cultura clásica se extinga y la misma indiferencia general porque eso ocurra. 

Ha vuelto lo serio y lo divertido, lo banal y lo profundamente alarmante, porque así, al parecer, es como avanzamos; en bucles pequeños o más amplios, con la certeza de ser los primeros en todo y la decepción al comprobar que no hemos descubierto nada. Pero también  el consuelo de que las soluciones se encuentran ahí, que han funcionado y han sido repetidas en muchas ocasiones, y que quizás esta vez también nos sacarán de los apuros. 

EspidoLafee4

EspidoLafee12

Ha vuelto la camisa blanca de toda la vida, y el vaquero ligeramente acampanado de los 70, los dos de Mango. Ha regresado la chaqueta de cuadros, oversize, de botonadura cruzada y con los hombros bien marcados, que arrasó en los 80 y que ahora reinterpreta La Fée Maraboutée, Y para compensar, los ligerísimos pendientes Hex de Miss Coconut se han realizado con material y técnicas absolutamente contemporáneas. Las fotos fueron tomadas por Nika Jiménez cerca de Núnez de Balboa, Madrid.